EL DESCIFRAMIENTO DE LOS SÍMBOLOS

 

          La frase lâ ilâha illâ llâh, No hay más verdad que Allah, que el musulmán repite incesantemente a lo largo de su vida y es el estandarte del Islam, ha sido objeto de profundas meditaciones. Nadie ha agotado sus posibilidades: sus connotaciones son infinitas y la sabiduría que se desprende de ella no deja de asombrar a los musulmanes. Esa frase es la Shahâda, lo que certifica constantemente cada musulmán con su Sinceridad, ante quien hace que vayan cayendo dioses en un proceso hacia su palabra final, su expiración última, Allah... Allah es Inmensidad Envolvente, es la Verdad Radical, el Océano sin fondo en el que se sumerge el corazón de quien deja atrás a los dioses para enfrentarse al desafío abismal que lo ha creado y lo sostiene.

 

         ‘Içç ad-Dîn ibn ‘Abd as-Salâm (al-‘Içç ibn ‘Abd as-Salâm), faqîh y sufi (conocido, al igual que Ibn Timía, por el título de Sháij al-Islam), escribió un tratado de sufismo titulado Hall ar-Rumûç, el Desciframiento de los Símbolos, de gran influencia. Hemos extraído de él unos breves párrafos en los que explica lo que sugiere la palabra Allah a los musulmanes. Allah no es tema para ninguna teología, sino la propuesta de una ‘peregrinación’. Es el asombro que produce avanzar hacia la Verdad lo que ‘va describiendo a Allah’, y ése es el camino que sigue al-‘Içç ibn ‘Abd as-Salâm, que aprovecha el itinerario que se sigue cuando el peregrino llega a Meca para ejemplificar el proceso de inmersión en la Inmensidad. Las circunvalaciones en torno a la Kaaba, los recorridos entre los montes de Safa y Marwa, la estancia final en la llanura de ‘Árafa, son las ‘letras’ de la palabra Allah, y lo que siente el peregrino en esos lugares es la clave de lo que significa Allah... 

 

 

LA PALABRA ‘ALLAH’

lâ ilâha illâ llâh

No hay más Verdad que Allah

 

         Has de saber que la perla guardada en esa concha (la Shahâda), la Kaaba en el centro de esa intimidad, y la Piedra Negra en esa Kaaba, el núcleo que constituye el secreto de la su oriente, el jardín de su excelencia, la flor de su arriate, el fruto de su flor y el eje de su gozne, el sentido interior de esa fórmula -tal como lo presiente el corazón y se sobrecoge ante ello el espíritu-, es el Nombre de la Majestad que está en la palabra Allah.

 

Allah es el Nombre Supremo en la Presencia Inmensa, y es la qibla en la Fórmula de la Sinceridad. La primera parte, lâ ilâha, no hay más verdad..., es un preámbulo a modo de chambelán ante el Rey que conduce a Él. Allah aparece al final de la frase y ya después de Él no hay nada más, al igual que lo que antecede a su Nombre indica que no hay nada delante de Él, y es como una llamada a la que nada responde, tal como dice el Corán: “Todo corresponde a Allah, antes y después”.

 

         Ese Noble Nombre comienza con un alif (la letra A) porque en esa letra hay signos y alusiones a su Verdad. La Soberanía de Allah y su Singularidad son intuidos en su Nombre, hay pistas en él, y por ello se muestra a sus siervos con las sugerencias de su Nombre para que se recojan ante la Majestad que se adivina en los sonidos y en los trazos.

 

No hay forma de llegar a comprender ni expresar su Grandeza, y por eso la ha escondido en su Nombre. Ha puesto la letra A al comienzo de su Nombre, y la A es la primera letra del alfabeto y es el primer sonido que Allah dirigió a los seres humanos en la preeternidad, tal como relata el Corán según el cual Allah dijo a la simiente humana: a lastu bi-rábbikum, ¿acaso no soy vuestro Señor?... qâlû balâ, y respondieron: Efectivamente.

 

En esa primera letra se alude a la primordialidad de Allah, a su carácter precedente a todo, y es un signo alargado, una raya vertical, como la extensión de Allah y su eternidad, y es recto como su carácter de soporte de cada realidad así como imagen de su justicia. Se trata de una vocal, un sonido puro, sin contaminación de consonante, aludiendo así a su solidez absoluta, a su impenetrabilidad, a su carácter irreductible. El alif al comienzo de la palabra Allah está aislado, como su singularidad y su unicidad. La A (en árabe) es un trazo que no se une a ninguna letra siguiente, pero a la que se adhieren letras anteriores, aludiendo a la necesidad y adhesión de las criaturas al Uno-Único, mientras que Allah “no necesita de los mundos”.

 

El peregrino que circunvala en torno a la Kaaba de este Nombre -me refiero a la palabra Allah-, lo primero que hace es aprovechar sus bondades para el corazón, tal como dice el Corán. “Contemplan beneficios para ellos y mencionan el Nombre de Allah...”.

 

El peregrino después recorre la distancia que separa las dos montañas de Safa y Marwa, que son aquí, en el Nombre, las dos L: la pureza (safâ de la primera Lâm) y la robustez (márwa) de la segunda Lâm, y una vez se ha afirmado en su deambular espiritual alcanza en la llanura de ‘Árafa (el conocimiento) la H de la Identidad (Huwa, Él), y es como si alguien dijera al que menciona el Nombre de Allah cuando concluye de citarlo al llegar a la H: Hâ Hu, Helo aquí..., aquí tienes lo que buscabas. En la expiración de los corazones está el Velado en la Ausencia.

 

         A todo ello me referí cuando dije:

 

yâ sâqia l-qáumi min shadzâhu

¡Oh, Tú, que has escanciado a los sufíes la brisa de tu aroma!

al-kúllu lammâ saqáita tâhû

Todos ellos, al beber, se han emborrachado...

gâbû wa bis-súkri fîka tâbû

Han perdido el sentido, y en la ebriedad gozan,

wa sarrahû bil-hawà wa fâhû

declaran su pasión y la expresan abiertamente...

yâ ‘âdzilî jallinî wa shurbî

¡Oh, tú que me censuras! Déjame en paz con mi bebida,

fa-lasta tadrî sh-sharâba mâ hû

¡No sabes lo que es el vino!

qum fáÿtanî sáfwata l-ma‘âni

Levántate y recoge lo más puro del espíritu

fî sáfwati l-kâsi idz ÿallâhu

de la copa más pura, cuando resplandece.

wásma‘ idzâ gánnati l-mazânî

Y escucha cuando canten los Elogios

taqûlu yâ Hû labbáika yâ Hû

diciendo: “¡Yâ Hû, a tus órdenes, Yâ Hû!

mâ qúltu lil-qálbi áina hibbî

Cada vez que pregunto al corazón: ¿Dónde está mi Amado?

illâ wa qâla d-damîru hâ hû

el Pronombre me responde: “Helo aquí”

mâ sháriba l-kâsa wa htasâhu

Sólo bebe de la copa y consume el vino

illâ muhíbbun qad stafâhu

un amante al que Él haya escogido...