En principio, la palabra Islâm deriva de la raíz s-l-m,
que contiene varias ideas. Primero, la idea de salud (estar libre de
enfermedades de cualquier tipo tanto externas y físicas como internas y
espirituales). Segundo, la idea de paz (ausencia de conflicto, bienestar,
sosiego). Tercero, la idea de obediencia (rendición, claudicación), que
significa sintonía con el Imperativo que rige la existencia.
Esos conceptos iniciales adquieren con la Revelación unos matices
especiales. De modo general, Islâm significa declarar la Unidad-Unicidad
del Creador de todo lo que existe (Allah) sometiéndole todo el ser con
sinceridad y autenticidad, manifestándolo con la aceptación de la enseñanza
de su Mensajero (s.a.s.).
En el Corán, Islâm aparece como antónimo de Shirk, asociación,
idolatría, politeísmo, es decir, concebir que algo o alguien
comparte alguna de las características exclusivas de Allah: “Diles: ¿Adoptaré
a parte de Allah algún aliado? Él es el Creador de los cielos y de la tierra,
y alimenta y no es alimentado. Diles: Se me ha ordenado ser el primero en sometérsele
y ‘no seas de los que le asocian algo’...”.
El Corán también presenta Islâm como opuesto a Kufr, rechazo,
ingratitud, es decir, la negación de Allah, ya sea por ignorancia o
rebeldía: “(Allah) no os ordena tomar a los ángeles y a los profetas como
señores. ¿Os ordenaría el Kufr después de haberos hecho musulmanes?”.
En otras ocasiones, Islâm aparece en el Corán con el significado
de sinceridad, autenticidad y pureza en la intención de afrontar a Allah y
aceptarlo como único Señor: “¿Quién sigue un mejor Dîn que quien rinde
(áslama) su rostro ante Allah y es excelente?”.
Otras veces, es sinónimo de sumisión y obediencia a Allah: “Volveos
hacia vuestro Señor y claudicad (aslimû) ante Él”.
El verbo áslama-yúslim (rendirse a Allah, ser
musulmán) es aplicado a veces en el Corán a todas las criaturas, ya sean o
no formalmente musulmanas, y es porque todos los seres están sometidos en la raíz
de su esencia al Imperativo creador de Allah, lo acepten o no lo acepten: “¿Vais
a seguir un Dîn que no sea el de Allah? A Él se han rendido (áslama) quienes
están en los cielos y en la tierra, voluntariamente o a la fuerza. Y a Él
volveréis”.
Ahora bien, por lo general, el Corán aplica el verbo áslama-yúslim
más específicamente a quienes se le rinden voluntariamente, y entonces llama musulmanes
(muslimûn) a todos los profetas de la humanidad y a sus seguidores. Según
el Corán, Noé dijo: “Y se me ha ordenado ser de los musulmanes”.
Allah dice de Abraham en el Corán: “Y lo elegí en el mundo y junto a Mí
para que fuera de los rectos. Cuando su Señor le dijo: ‘¡Claudica (áslim)!”,
respondió: ‘Me rindo al Señor de los Mundos’...”. Y el profeta José
dijo dirigiéndose a Allah: “Tú eres mi Aliado en este mundo y junto a Ti.
Permíteme morir como musulmán y hazme alcanzar a los justos”. Moisés
dijo a su pueblo: “Oh, pueblo mío, si estáis abiertos de corazón a
Allah, confiad en Él, si es que sois musulmanes”. El Corán dice de Jesús:
“Cuando presintió en ellos (una tendencia) al Kufr, les dijo: ‘¿Quiénes
de vosotros seréis mis Compañeros hacia Allah?’. Los apóstoles le dijeron:
‘Hemos abierto nuestros corazones a Allah. Da fe de que somos musulmanes’...”.
Es decir, todos los seres son musulmanes en su raíz, pero son plenamente
musulmanes los que, al conocerse a sí mismos, reconocen y realizan también en
el plano de la conciencia su sujeción a quien los ha creado y recrea en cada
instante.
Tras todos los profetas de la humanidad, Allah envió a su Mensajero
Muhammad (s.a.s.) con la Ley que completaba todos los mensajes anteriores, y por
ello Allah le dijo en el Corán: “Te hemos revelado lo que les revelamos a
Noé y a los profetas que vinieron tras él, lo que revelamos a Abraham, a
Ismael, a Isaac, a Jacob, a las tribus, a Jesús, a Job, a Jonás, a Aarón, a
Salomón, y a David a quien di los Salmos”.
De lo anterior deducimos que la Revelación hecha a la humanidad desde
sus comienzos es un mismo Dîn, una Senda que tiene como
fundamento el Tawhîd, que es, por un lado, la Unidad y Unicidad
del Creador, y que consiste, por otro lado, en la absoluta e incondicionada
claudicación a Él. Eso es Dîn al-Haqq, la Senda de la Verdad,
el Dîn-u-llâh, el Dîn de Allah; ahora bien, existen muchas
manifestaciones de espiritualidad y sentidos de la trascendencia incluso
opuestos, y todo ello son sendas hacia Allah (adyân, plural de dîn).
Es decir, el Dîn es uno, es la sensibilidad espiritual, y tiene su
origen en Allah mismo, en la Verdad Creadora, pero en cada caso -en los
individuos, en los pueblos, en las naciones- ha sufrido evoluciones históricas
que determinan grandes diferencias que las convierten en religiones. El
Islam es la recuperación del sentido original del Dîn, es el Dîn
por antonomasia, lo es en la autenticidad de la emoción espiritual original;
las demás sendas (adyân) coinciden con el Islam en su detonante
pero se diferencian en su evolución. El Corán habla de este tema. Veamos lo
que dice.
En primer lugar, el Corán confirma que el mensaje inicial de todos los
profetas es el Tawhîd, la Unidad y Unicidad de Allah. El
sentido de la Verdad anterior a todas las cosas, Creadora de todas las cosas,
Rectora de todas las realidades, es la intuición que está en el comienzo de
las inquietudes espirituales del ser humano. Los profetas, sin excepción, han
venido a reafirmar esa intuición, y así el Corán dice a Muhammad (s.a.s.):
“No he enviado a ningún profeta antes de ti al que no hubiera revelado:
‘No hay más verdad que Yo. ¡Reconocedme!”.
Ese sentido radical de la Unidad pura de Allah (el Tawhîd)
y sus graves exigencias se perdían con el tiempo, y de ahí que se sucedieran a
lo largo de la historia profetas y mensajeros que renovaban su espíritu. También
la misión de Muhammad (s.a.s.) consistía en un Recordatorio de lo mismo: “Diles:
‘Oh, gentes del Libro (judíos y cristianos), acudid a una palabra en la que
estamos de acuerdo, que no reconozcamos como Señor más que a Allah y no le
asociemos nada, y que unos de nosotros no tomen a otros como señores al margen
de Allah’. Si vuelven la espalda, decidles: ‘Dad fe de que nosotros somos
musulmanes’...”.
De lo anterior se deduce que la función principal de todos los profetas
era comunicar a la humanidad una enseñanza básica, la de que no la creación
tiene más que un Señor, y es su Creador, Allah Señor de los Mundos. Esto es
el Tawhîd, y todo lo que vaya en contra de esta base universal y
clara es un añadido ilegítimo a las enseñanzas de los profetas.
El Dîn es uno, la Senda hacia Allah es la de la rendición a su
Verdad. Pero los hombres le han buscado sustitutos, a los que han dado también
el nombre de dîn (los adyân, en plural). Las religiones,
sistemas espirituales, jerarquías sagradas, etc., han surgido a lo largo del
tiempo como resultado de celos, rencores, enemistades e intereses (todo a lo
cual se le llama en árabe bagy). El Corán lo denuncia: “El Dîn
junto a Allah es la Rendición a Él (el Islam). Aquellos a los que les fue dado
el Libro disputaron -tras que le llegara la Ciencia- por imponerse unos a otros
(por bagy). Quien niega los Signos de Allah,... Allah no tarda en pedirles
cuentas. Si buscan polemizar contigo, diles: ‘Yo he rendido mi ser a Allah, y
así lo han hecho quienes me siguen’. Y diles a los que les ha sido dado el
Libro: ‘¿Sois musulmanes?’. Si lo son, están sobre el buen camino. Si
vuelven la espalda, has de saber que tú sólo eres un comunicador. Allah ve a
los hombres”.
El Dîn es uno, y no es legítima ninguna disputa en torno a él,
porque pertenece a Allah, y Él es Uno, nítido. Pero las divergencias de
opinión (el jilâf o ijtilâf) surgió entre los seguidores
de los profetas. Se crearon grupos y entre ellos se desató la discordia. El
Islam consiste en la recuperación de lo que se olvidó en medio de las
disensiones y las polémicas. El Corán dice: “Allah ha establecido para
vosotros lo que legó a Noé, lo que te ha sido revelado a ti (Muhammad), y lo
que fue legado a Abraham, a Moisés, a Jesús: erigid el recogimiento ante Allah
y no os dividáis. Para los idólatras es grave aquello a lo que les invitáis,
pero Allah elige y atrae hacia Sí a quien quiere, guía hasta Él a quien se
vuelve. (Los que os precedieron) se dividieron tras haberles sido comunicada la
Ciencia intentando imponerse unos a otros (bagy). Si no fuera por una Decisión
de tu Señor anterior que determina el momento de su extinción Él habría
decidido entre ellos. Y los que vinieron después de ellos heredando el Libro se
debaten entre dudas...”. En este texto coránico se nos dice que Allah ha
ordenado a la Nación de Muhammad la Ley que impuso a Noé, a Abraham, a Moisés,
a Jesús, y entre las bases de esa Ley se cuenta como la más importante el Tawhîd,
la Unidad de Allah, y junto a ella la Rectitud (Istiqâma).
Esto es en lo que coinciden todas las revelaciones. Los aspectos formales son
derivaciones sujetas a las necesidades de los hombres, y el Corán mismo lo
sentencia cuando dice: “Para cada (nación) establecimos una ley particular
y un método”. Lo esencial, por tanto, son el Tawhîd y la Rectitud
(Istiqâma). Esos son los ejes sustanciales del Dîn. El Dîn,
junto a los aspectos particulares de las enseñanzas de Muhammad (s.a.s.)
constituyen el Islâm en el segundo sentido de este término, tal como lo
hemos visto a la cabeza de este artículo.
Un detalle a tener en cuenta en el texto coránico citado es cuando dice:
“Y los que vinieron después de ellos heredando el Libro se debaten entre
dudas”. Efectivamente, y es evidente, las disputas surgidas en el seno de
las grandes tradiciones espirituales de la humanidad han creado situaciones de
desencanto e incertidumbre entre sus seguidores. Esa ‘duda’ es el indicio de
la intervención humana en el devenir del Mensaje inicial. Contra esa duda, el
Corán nos invita a un constante retorno a la fuente: “Por ello, invoca a
Allah y sé recto tal como te ha sido ordenado y no sigas sus frivolidades, y
diles: ‘Me he abierto de corazón a lo que Allah ha revelado como su Libro
y se me ha impuesto ser justo hacia entre vosotros. Allah es nuestro Señor y
vuestro señor. Nuestras son nuestras acciones y vuestras las vuestras. No haya
rivalidades entre nosotros. Allah nos juntará. Hacia Él es el devenir”.
Allah ha sellado la Revelación con el Islam, que es una vuelta a los orígenes del Dîn: “Quien desee como Dîn otra cosa que no sea el Islam, no le será aceptado y junto a Allah, tras la muerte, estará entre los arruinados”.