Fátima
Barakâti
Traducción
al español de una serie de articulitos de Fátima Barkaati, extraídos de la página
web surafricana de la “Imam Ahmed Raza Academy” en lengua inglesa. Su
dirección es: http://www.raza.co.za/default.htm
Bismillahi
r-Rahmâni r-Rahîm
Nuestras hijas son una bendición, y no una carga.
El hiÿâb. ¿Están oprimidas las
musulmanas?
Reintroducción del hiÿâb en Indonesia.
La
Conferencia Mundial de Pekín sobre la Mujer conspira para liberar a
las musulmanas del Islam.
Deberes
para con nuestras madres.
Escalada de violencia doméstica en los hogares musulmanes.
Los
hijos son un gran regalo de Allahu Ta’ala a los padres. Los padres deben
pensar que sus hijos son un tesoro tan grande que todas las demás posesiones
materiales no son nada cuando las comparamos a los hijos. Nosotros, como padres,
tenemos que dar gracias a Allahu Ta’ala por bendecirnos con hijos, ya sean niños
o niñas. Es muy descorazonador ver como hoy en día algunos padres se alegran
cuando el recién nacido es niño y cómo muestran su desengaño cuando el bebé
es niña. Esta no tiene que ser nuestra actitud. El Islam no aprueba este tipo
de comportamiento, que es el de los tiempos de la ÿahiliyya.
Las hijas son sin duda una gran bendición de Allahu Ta’ala. Son medios
de salvación y un camino al Yanna para sus padres. El Profeta Muhammad () dijo que cuando
nace un niño, trae una nûr (luz), y cuando nace una niña, dos. En un hadiz
suyo también se dice que si los padres son atentos y generosos para con sus
hijas, estarán tan cerca del Profeta () en el Yanna como un
dedo lo está del otro. También dijo que la persona que tenga dificultades por
sus hijas, y sea paciente, sus hijas serán un velo entre él y el Fuego.
El punto neurálgico de una riwâya dice que aquél que ame a sus hijas y
supere los problemas del noviazgo y las case, Allahu Ta’ala hará que el Yanna
sea wâÿib para él y le protegerá del Fuego.
Sidi Juaÿa Uzmán al-Hâruni (r.a.), el múrshid de Sheij Juaÿa Gharib
Nawaç (r.a.) –un importante sufí de la India, introductor de la tarîqa
chishtiyya en el subcontinente- dijo en una ocasión: “las hijas son un
regalo de Allahu Ta’ala. Los padres que sean cariñosos con ellas recibirán
en compensación el cariño de Allah. Quienes son misericordiosos con sus hijas,
reciben en compensación la Infinita Misericordia de Allahu Ta’ala”. En
otra ocasión dijo: “Cuando en una familia nace una hija, entre los padres
y el Infierno hay una distancia de quinientos años”.
Se ha dicho también que cuando los padres se alegran por el nacimiento
de una hija, la recompensa supera en setenta veces la realización del tawâf
alrededor de la Ka’aba. Los musulmanes deben recordar también que la Familia
de Sidnâ Muhammad () procede de su hija
Seyyida Fátima aç-Çahrâ (r.a.).
Queridos hermanos y hermanas, alegraos por el nacimiento de vuestras
hijas, amadlas y guiadlas hacia lo que es debido. No les neguéis su herencia,
porque tienen parte en ella. ¡Recordad! Las hijas son una bendición y no una
carga.
El hiÿâb:
¿están
oprimidas las musulmanas?
Existe
en la sociedad actual el sentimiento de que las musulmanas visten el hiÿâb
y otras formas de cubrirse [según los países, nota del traductor]
porque son esclavas de la tradición, y esto es visto como el símbolo de su
opresión. La sociedad occidental dice que la liberación y la independencia de
las mujeres es imposible sin quitarse el hiÿâb. Este punto de vista es
incorrecto. ¿Por qué las musulmanas deben vestir de manera que su cuerpo, e
incluso a veces su cara, queden ocultas?
Allahu
Ta’ala dice en el Corán, sûra al-Ahçâb, âya 59: “¡Profeta!
Di a tus esposas e hijas y a las mujeres musulmanas que se cubran desde arriba
con sus vestidos. Esto es lo más adecuado para que se las reconozca y no se las
ofenda”, y en sûra an-Nûr, âya 31: “Y di a las musulmanas que
bajen la mirada y guarden sus partes privadas, y que no muestren sus atractivos
a excepción de los que sean externos; y que se dejen caer el tocado sobre el
escote (...)”.
Las
mujeres musulmanas en todo el mundo visten el hiÿâb como una exigencia
islámica y una señal de respeto, no por un sentido mal entendido de “tradición”.
Es tanto el símbolo de la obediencia de la mujer a Allah como una manifestación
de su Islam. El hiÿâb forma parte de su identidad islámica. Da
dignidad y auto-respeto a la mujer.
El
Islam manda a las mujeres cubrir sus cuerpos para no confundir a los hombres que
son débiles e incapaces de resistir la tentación de la mirada. En el Islam,
tanto el hombre como la mujer tienen que vestir modestamente y no aparecer
“desnudos” en público, en todas las situaciones sociales.
Así
como una camiseta ajustada o un vestido transparente puede transmitir el mensaje
que la mujer en cuestión “está disponible”, el hiÿâb es un
indicativo de “no estoy disponible para ti”. El hiÿâb protege a las
mujeres del acoso de los hombres. De quien hay que tener pena es de las
occidentales por enseñar a todo el mundo que quiera mirar su privacidad.
Ruth
Anderson, una mujer americana, dijo: “El hiÿâb no es una señal de
atraso, ignorancia o incompetencia mental, sino la el derecho y el deber de la
mujer”.
Una
mujer con el hiÿâb es como una joya que por su valor excepcional tiene
que guardarse. Las musulmanas eligen esto. Dejar el hiÿâb o exponer
partes de su cuerpo que deben protegerse es desobedecer a los principios islámicos.
La
reintroducción del hiÿâb en Indonesia
La
creciente popularidad del atuendo islámico en Indonesia indica una nueva
tendencia. Las mujeres de clase media han preferido explícitamente la forma de
vestir musulmana, lo que ha originado una multimillonaria industria de la moda,
como señala Aami Waamsu, de la revista de modas Femina.
Según
Taufiq Abdullah Nigar del Instituto Científico Indonesio, esta sorprendente
explosión en el vestir se ha desarrollado en el corto lapso de dos o tres años.
Es el reconocimiento de que los indonesios son más respetuosos con las
indonesias vestidas según el cánon islámico. Anteriormente, las indonesias
modernas vestían “tops”, pantalones y pañuelos ordinarios. Actualmente,
las preferencias se orientan hacia las ropas anchas con pañuelos que cubren
completamente la cabeza.
La fiebre ha alcanzado tal extremo que hasta los diseñadores musulmanes crean moda según los patrones islámicos. Las musulmanas son activas en los terrenos social, islámico y político con la indumentaria islámica. Un aspecto interesante de esta “moda” es que las no musulmanas han empezado a seguirla.
La Conferencia Mundial de Pekín sobre la Mujer conspira para “liberar” a las musulmanas del Islam. En la Conferencia Mundial (anti-islámica y anti-religiosa) de Pekín, los expertos hablaron de la necesidad de liberar a las musulmanas del Islam, y en general a las mujeres de la religión. Era fácil de observar que los ataques se dirigían contra el Islam y las religiones. Hubo también conferencias abiertas sobre los derechos de las prostitutas, las lesbianas y los homosexuales. También se discutió sobre los derechos de los niños sobre su propia sexualidad.
Betty Freidan, una dirigente feminista americana y autora de numerosas
obras sobre feminismo, habló del peligro que supone el conservadurismo islámico
para las mujeres. En una sesión celebrada bajo el epígrafe “Musulmanas en
Norteamérica”, dirigida por un delegado musulmán escogido por la
administración Clinton para representar un vínculo
entre los EE.UU. y el mundo islámico, uno de los participantes en la misma atacó
vehementemente a los imames norteamericanos por su fanatismo contra las
musulmanas en la tierra de las libertades.
En otra sesión, la presidenta, una feminista hindú, describió cómo el
Vaticano se había coaligado con el Islam para negar los derechos de la mujer.
Otro participante en la sesión, un católico liberal, animó a las mujeres a abrirse
más para tener poder. Dijo que el error más grande del universo es
creer en un Dios omnipotente o perfecto. El Dr. Riffat Hassan, profesor de
estudios islámicos en la Universidad de Louisville, explicó como se había
dedicado en los últimos veinte años a elaborar una teología feminista en
el Islam.
Quedó también claro en la Conferencia que las potencias que mandan en
la ONU tienen un programa para imponer su propia Shari’a sobre todo el
mundo. A nivel gubernamental, los países musulmanes aceptaron el principio que
podrían negociar esta Shari’a impuesta. Los delegados musulmanes no se
dieron cuenta que dignificaban un encuentro que no podía ser dignificado.
La Conferencia fracasó en cuanto a animar a cambiar los estilos de vida para combatir las enfermedades de transmisión sexual; no llamó a la vida en familia y a la moralidad, para que las mujeres (y los hombres) se abstuvieran del sexo precoz, etc. Las Naciones Unidas alientan también al trabajo femenino en las fábricas o las oficinas en tanto que derecho; quedarse en el hogar es opresión. Una mujer no debe depender de su marido, ¡tiene que depender de su patrono!.
Los musulmanes de todo el mundo, incluidos los surafricanos, debemos
condenar y rechazar esta conferencia. ¿Qué es de las mujeres de Cachemira que
tuvieron que saltar al río Jhelum para proteger su honor del ejército indio?
¿Por qué la Conferencia de Pekín no habló de ellas? ¿Qué hay de las 70.000
musulmanas violadas, maltratadas y torturadas en Bosnia? ¿Cuántas en Iraq,
Cachemira y Bosnia están sin alimentos y medicinas? Los derechos de la mujer
de los que habla la Conferencia de Pekín están muy lejos de los derechos
que garantiza el Islam. Ésta no es más que una condena de las NN.UU. y de
parte del mundo al Islam, sus valores, para crear una sociedad exenta de
cualquier sensibilidad y sentido de la vergüenza.
[Fragmentos del artículo publicado en Impact International, vol.25, nº 10].
Deberes para con nuestras madres
Un
walí cuenta que una vez, con la intención de realizar el haÿÿ, salió
hacia Bagdad, desde donde tenía que ir al Hiÿaç. En esa ciudad, llegó
a la casa de Sidi Abu Haçim al-Makki (r.a.), que estaba dormido. Cuando
despertó, dijo al walí: “Alhamdulillah, ahora mismo he visto a Rasûlullah
() en mi sueño, y me
ha pedido que te diga una cosa”.
“¿Cuál
es el mensaje?”,
dijo el walí.
“Pidió
que te dijera que es mejor si renuncias a tu viaje para hacer el haÿÿ,
y utilizas ese tiempo en cuidar a tu madre y en hacerla feliz en todo momento.
Esto permitirá que más adelante puedas hacer el haÿÿ con el Agrado de
Allah”.
El
walí volvió a su hogar sin haber hecho el haÿÿ para cuidar de su
madre.
Este tema casi tabú se está abriendo. La violencia contra las mujeres ha alcanzado tales niveles en la comunidad musulmana, que una de cada cinco familias está afectada por él. Sean malos tratos físicos, emocionales o sexuales, amenazan la existencia de las comunidades como tales. Si las mujeres son maltratadas, ¿cómo podrá una mujer cumplir con sus importantes roles de esposa y madre? Los musulmanes en Sudáfrica aún no se han dado cuenta que este es uno de los mayores problemas sociales de todos los tiempos. Un estudio revela claramente que los hijos de los hogares con malos tratos se convierten en padres maltratadores. Una alta tasa de divorcio, separación, y relaciones extramatrimoniales es moneda corriente en nuestra sociedad. La ruptura de la familia conduce a una gran variedad de problemas sociales.