ESTADOS ÁRABES

LOS MEJORES ALIADOS DE ISRAEL

           Al-Bitawi, presidente de la Liga de Ulemas de Palestina, en una entrevista para el canal de televisión al-Yazira, aprovechó la ocasión para dirigir un desesperado llamamiento a los Estados árabes conminándoles a poner sus armas al servicio de la causa palestina: “¿Para qué queréis vuestros arsenales si no es para ocasiones como ésta?”, decía el Imâm a los árabes y musulmanes en general.

 

         Los Estados árabes no tienen ejércitos para luchar contra Israel. Los tienen para controlar, reprimir y masacrar a sus propios pueblos. La ingenua pregunta del Imâm estaba fuera de contexto, porque la estaba dirigiendo a sus enemigos, los más corruptos, los más fieles aliados de Israel en la práctica. ¿Qué puede esperarse de administraciones que no tienen otra misión que la de poner al servicio de las potencias occidentales los recursos de sus países garantizándoles que nadie se opondrá a sus ambiciones? ¿Qué puede esperarse de Estados organizados y mantenidos por el neocolonialismo contra sus pueblos?

 

         Los Estados árabes sólo representan a los intereses de las potencias, y sería patético soñar con que alguna vez hagan algo por su gente: no es esa su función. A la gente se la educa convenientemente en los países árabes para que crean que los Estados que los oprimen son sus protectores, se les enseña incluso, en muchos de ellos, a identificarlos con el Islam. Toda una imponente maquinaria de propaganda e imagen ha sido puesta en marcha hace décadas -debidamente dirigida y orientada por expertos occidentales- para crear esas ilusiones. La occidentalización es sinónimo de sacralización de los poderes establecidos. Pero una y otra vez se suceden los ejemplos de sumisión a las potencias hasta que la gente empieza a darse cuenta del engaño.

 

         Ante el genocidio que está cometiendo el sionismo, muchas personas se preguntan cómo es que lo consienten los árabes, qué están haciendo para frenar esa barbarie, para qué les sirve el petróleo, por qué no presionan o se rebelan contra las atrocidades de Israel. Para que no se les note mucho, los ‘jefes’ hacen de vez en cuando declaraciones en favor de los palestinos, publican comunicados o hacen patente su indignación ante la ONU.

 

         Los pueblos árabes y musulmanes sí expresan realmente su condena, y están deseando ponerse al lado de sus hermanos palestinos y pasar a una acción contundente. Los pueblos musulmanes sí son otra cosa, y nada tienen que ver con las autoridades que se pasean por el mundo ‘representándolos’. Hay un malestar inmenso que se manifiesta de mil modos distintos, pero ahí están los Estados árabes para poner coto a la rebeldía, a la solidaridad y a las exigencias de su gente. Están para defender otros intereses, para garantizar la ‘estabilidad’ en las zonas que le han sido adjudicadas por el imperialismo.

 

         Prácticamente, no hay excepciones. Y cuando las hay, inmediatamente se las desactiva con toda suerte de estrategias. En definitiva, los Estados creados por el colonialismo no son para sus pueblos, no existen para ser democráticos, no se fundaron como resultado de las luchas de independencia sino para disimular la continuidad de la explotación y la ocupación.