Los jardines del conocimiento

 

 

    En un hadiz bien conocido el Profeta (s.a.s.) dice: “Si pasas por los Jardines del paraíso, paced en ellos”. Los Compañeros preguntaron, “¿Qué son los Jardines del paraíso?” y él (s.a.s.) respondió, “los círculos de Dzikr”.

    Siempre que se mencionaba este hadiz Ibn Mas’ud solía decir, “No me refiero a las reuniones donde se pronuncian discursos, sino a los círculos de estudio.”

    Un hadiz similar ha sido narrado por Anas ibn Malik. ‘Ata al-Jurasani dijo, “Los encuentros de Dzikr son reuniones para estudiar lo lícito y lo ilícito, por ejemplo en la compra y en la venta, como hacer correctamente el Salat y el ayuno, las reglas del matrimonio y divorcio, como realizar la Peregrinación y temas similares.”

    Abu Suwar al-‘Adawi se hallaba sentado en un círculo de estudio en el que había un joven exhortando a la gente a decir, “Subhana Allah” y “Al hamdu lillah”, encolerizó Abu Suwar y dijo, “!Desdichado!, ¿cuál es entonces el propósito de nuestro encuentro?.” Esta anécdota demuestra que los círculos de Dzikr no son solo para recitar, “Subhana Allah, Allahu Akbar, al Hamdu lillah”, o frases similares, sino que también son aquellas reuniones en las que se debaten las enseñanzas de Allah, Sus prohibiciones, lo lícito e ilícito o aquello que Él ama, y tal vez esta última forma de Dzikr sea más beneficiosa que la primera pues saber lo lícito e ilícito es obligatorio para todo musulmán, pero pronunciar el Nombre de Allah con la lengua es un acto voluntario y rara vez obligatorio tal y como sucede en los Salat obligatorios.

 

 

El Conocimiento obligatorio de todo musulmán

 

    Es obligatorio para todo musulmán conocer las prescripciones de Allâh, saber aquello que ama y saber aquello que aborrece. Por esta razón se ha narrado, “La búsqueda del conocimiento es obligatoria para todo musulmán.”

    Así pues, es obligatorio para todo musulmán aprender los requisitos de las abluciones, del Salat y del ayuno, y para todo aquel poseedor de bienes las obligaciones referentes al Çakat, o a la Peregrinación o al Yihâd. De igual manera el comerciante debe conocer lo lícito e ilícito en las transacciones comerciales, pues ‘Umar (r.a.) dijo, “Nadie que no posea conocimiento del Dîn puede vender en nuestro mercado.” Un hadiz similar ha sido relatado de ‘Ali (r.a.) quien dijo, “La comprensión del Dîn precede al comercio. Aquel que se dedica al comercio sin un adecuado conocimiento del Dîn cae en la usura sin que le sea fácil salir de la misma.”

    Se le preguntó a Ibn al-Mubarak, “¿Qué conocimiento es obligatorio?” y respondió, “Si un hombre no posee bienes, no hace falta que estudie las reglas del Çakat. Si sus bienes alcanzan el nisab, debe saber que Çakat ha de pagar, cuando pagarlo y a quien pagarlo. Otras posesiones sujetas a pago han de tener un trato similar.”

    Al Imam Ahmad se le preguntó acerca de un hombre, “¿Cuál es el conocimiento obligatorio que debe estudiar?”, y él respondió, “Los requisitos para el establecimiento del Salat y las prescripciones referentes al Ayuno de Ramadán y al Çakat.”

    También debes saber que el conocimiento de lo halal, lo lícito, así como de lo haram, lo ilícito, es algo honorable. Esto último incluye el aprendizaje de lo que es obligatorio individualmente y de aquello que es obligatorio colectivamente. Algunos sabios han dicho que el aprendizaje de lo halal y lo haram es mejor que los Salat voluntarios, entre estos sabios están el Imam Ahmad e Ishaq.

 

 

Las fatuas o veredictos legales islámicos

 

    Los primeros imames eran muy cautos acerca de hablar de lo halal y lo haram, porque aquel que habla acerca de estos temas está transmitiendo información de Allah, dando a conocer Sus prescripciones y prohibiciones y dando a conocer Sus leyes. Se ha dicho de Ibn Sirin, “Cuando se le preguntaba por algo acerca de lo halal y de lo haram, el color de su cara cambiaba. Se transformaba de tal manera que no parecía la misma persona.” ‘Ata ibn as-Sa’ib dijo, “Conocí a gente que cuando se le pedía un veredicto islámico, temblaba cuando hablaba.” Se ha narrado del Imam Malik que cuando se le solicitaba algún dictamen legal, era como si se quedara suspendido entre el Cielo y el Infierno.

    El Imam Ahmad era sumamente prudente a la hora de hablar sobre lo halal y lo haram, o sostener que algún texto había sido abrogado, o de otras materias similares sobre las cuales otros hablaban con demasiada rapidez. Solía preferir responder con frases tales como, “Espero que...,” “Temo que...,” o “Lo más querido para mí...,” y el Imam Malik y otros solían decir frecuentemente, “No se”. El Imam Ahmad solía a menudo decir sobre materias acerca de las cuales había diferentes opiniones entre los primeros musulmanes, “La respuesta más probable es, ‘No se.’”

 

 

Dikr, Iman e Ihsan

 

Las reuniones de dzikr también incluyen aquellas reuniones dedicadas al estudio del Corán (tafsir) o de la Sunna. Es más provechoso en estas reuniones si se dialoga no solo sobre el hadiz, sino también acerca de la explicación del mismo. Igualmente estas reuniones se pueden dedicar a la discusión y estudio de las ciencias islámicas, sus argumentos y sus pruebas. A estas ciencias compete tanto el estudio exterior como interior de las mismas, el estudio de la permanente presencia de la conciencia de saberse ante Allah, así como de la percepción de Allah por parte del corazón. Estas dos últimas funciones es lo que se conoce con el nombre de Ihsan.

    De igual forma estas reuniones sirven para conocer lo que es la humildad, el amor, la esperanza, la paciencia, el contentamiento, así como otros estados del alma. En el hadiz del ángel Gabriel, el Profeta (s.a.s.) ha colocado al Ihsan como parte constitutiva del Dîn del Islam, y por tanto, para entender correctamente el Islam hay que entender correctamente el Ihsan.

 

 

Los Dos Círculos

 

    Tales reuniones o encuentros son mejores que aquellos cuyo único propósito es el recuerdo de Allah (dzikr) mediante la repetición de frases tales como Subhanallah, al hamdulillah, y Allahu akbar. Decimos esto porque el aprendizaje de nuestro Dîn es algo obligatorio para todo musulmán, mientras que el dzikr es algo voluntario en la mayoría de los casos.

    Un sabio de nuestros antepasados entró cierto día a la mezquita de Basora y vio que había dos círculos de gente reunida. En uno de ellos había un predicador dando un sermón a los oyentes, en el otro había un sabio enseñando a la gente. Aquel hombre realizó un Salat para pedir a Allah que le indicara en que círculo debía sentarse; acto seguido se quedó dormido y en su sueño escuchó a alguien que le decía, “¿acaso consideras que los dos círculos son iguales?, si lo deseas, te mostraré el asiento de Gabriel en el círculo del sabio.”

    A pesar de lo que hemos dicho de la preeminencia del conocimiento sobre la admonición, el sabio debe de vez en cuando sermonear a la gente con historias edificantes para remover la dureza de sus corazones y ayudarles a recordar a Allah y su inmenso Poder. Las historias del Corán entran dentro de esto.

    Por tanto, el sabio es aquel que entiende el Libro de Allah y como aplicarlo.

    ‘Ali (r.a.) dijo, “El auténtico sabio es aquel que no hace desesperar a la gente de la Misericordia de Allah y que tampoco da órdenes que vayan en contra de lo establecido por Allah, y que tampoco abandona el Corán dando la preferencia a otros libros.” El mismo Profeta (s.a.s.) fue un ejemplo con su conducta de todo ello.