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En este mapa,
publicado por Robin Wright en el New
York Times, en 2013, puede verse el Sunnistán que el
Emirato Islámico crearía en junio de 2014 y donde
proclamaría el Califato. También aparece el Kurdistán
que Francia e Israel pretenden crear en 2016. Obsérvese
que este mapa no prevé la presencia de los cristianos,
que serían trasladados a Europa o exterminados.
Moscú y Washington imponen en
el G20 el corte del financiamiento al Emirato Islámico
La cumbre del G20 en Antalya (Turquía)
ciertamente se preocupó por la economía, pero de lo que más
se habló fue de la situación en el Medio Oriente. Numerosas
negociaciones bilaterales tuvieron lugar durante esa cumbre y
todavía se ignoran los detalles de lo que allí se habló y de las
decisiones tomadas en varios encuentros cara a cara.
Sin embargo, el presidente ruso,
Vladimir Putin, denunció, sin nombrarlos, los Estados
participantes en la conferencia que apadrinan el Emirato
Islámico. Mostró a sus colegas fotos satelitales de los convoyes
de camiones-cisterna que atraviesan Turquía para vender el
petróleo que la organización terrorista roba en Irak y
en Siria. [1].
Públicamente señalado como violador de las resoluciones del
Consejo de Seguridad de la ONU y por financiar el Emirato
Islámico, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan se mostró
afectado. Según la oposición turca, Bilal Erdogan (el hijo del
presidente) dirige personalmente ese tráfico [2].
Los presidentes Putin y Obama se
pusieron de acuerdo para destruir los camiones-cisterna de la
familia Erdogan y poner así punto final al tráfico de petróleo.
Ese mismo día, el US Central Command bombardeaba –por primera
vez en año y medio– dichos camiones-cisterna en Irak, mientras
que la aviación rusa destruía gran cantidad de ellos en Siria [3].
Rusia y Estados Unidos han obligado a
Francia a unirse a esa operación. Fingiendo una reacción ante
los atentados perpetrados en París, el presidente Hollande
anunció sin sonrojarse que estaba ordenando a las fuerzas
armadas de Francia que procedieran a bombardear objetivos del
Emirato Islámico en Siria, mientras que el presidente Putin daba
públicamente instrucciones a las fuerzas armadas rusas para que
coordinaran sus acciones con Francia y trataran a las fuerzas
armadas francesas «como» un aliado [4].
El presidente francés se reunirá próximamente con sus homólogos
de Estados Unidos y Rusia.
Parece, en efecto, que se han tomado
medidas reales para aislar los 24 establecimientos bancarios que
el Emirato Islámico utiliza desde Irak para transferir dinero
–disposiciones que el subsecretario de Estado estadounidense
David S. Cohen trataba inútilmente de imponer desde hace meses [5].
Francia y los «halcones
liberales» organizan una nueva guerra
Tomando nota de que iba a tener que
retirar el Emirato Islámico de Siria, el grupo de países,
transnacionales y personalidades estadounidenses que organizan
la guerra decidió entonces iniciar un tercer conflicto armado.
La
«primavera árabe» (desde febrero de 2011 hasta enero
de 2013) fue iniciada por el Departamento de Estado
estadounidense. El objetivo era derrocar los regímenes laicos
árabes, fuesen o no aliados de Estados Unidos, y reemplazarlos
por dictaduras de la Hermandad Musulmana. Después de derrocar a
los presidente de Túnez y Egipto mediante las «revoluciones»
de jazmín y de loto, se declaró la guerra contra Libia y Siria
–como estaba previsto en el Tratado de Lancaster House, firmado
en noviembre de 2010–, pero las potencias coloniales no lograron
atacar Argelia (incidente de la toma de rehenes de In Amenas).
La
segunda guerra contra Siria (desde julio de 2012 hasta octubre
de 2015) fue iniciada por Francia, los «halcones liberales»
estadounidenses (Hillary Clinton, Jeffrey Feltman, David
Petraeus, etc.) e Israel, y financiada por un grupo de países
(Turquía, Qatar, Arabia Saudita, etc.) y transnacionales (Exxon-Mobil,
KKR, Academi [ex Blackwater], etc.). El objetivo no era tanto
cambiar el régimen sino más bien «desangrar» el país y
destruir su ejército (hasta ahora más de 100 000 soldados sirios
han muerto luchando contra el terrorismo). Esta etapa terminó
con la intervención militar rusa.
La
tercera guerra contra Siria (desde el 20 de noviembre de 2015)
ha sido iniciada por varios miembros del grupo anteriormente
mencionado, ahora con intenciones de crear un nuevo Estado en el
norte de Siria y de Irak, para atrapar en una tenaza a los
pueblos árabes que se resisten al expansionismo israelí [6].
Los organizadores de la guerra se han
dado cuenta de que ya no tienen posibilidades de seguir actuando
contra Siria. Y por eso se han puesto de acuerdo para retomar
y continuar el programa que ya condujo, en 2012, a la creación
de Sudán del Sur. Ese proyecto corresponde al plan de Alain
Juppé (marzo de 2011) y al que publicó Robin Wright (septiembre
de 2013). Estos planes preveían que, después de haber utilizado
el Emirato Islámico para crear un Sunnistán, sería conveniente
crear un Kurdistán [7].
Ya no se trata ni de una guerra
supuestamente ideológica (la «primavera árabe»),
ni supuestamente religiosa –como la segunda guerra contra Siria–
sino de un conflicto supuestamente étnico.
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En 1956, el miembro
del Likud David Ben Gurión y el socialista francés Guy
Mollet se reúnen en secreto en la localidad francesa de
Sevres para establecer una alianza y apoderarse del
Canal de Suez. Hoy en día, sus sucesores, el miembro
del Likud Benyamin Netanyahu y el socialista Francois
Hollande se han aliado para apoderarse del norte de Irak
y de Siria. En el pasado, las potencias coloniales
practicaban la «{política de la cañonera}». Hoy en día,
prefieren recurrir al terrorismo.
Las operaciones secretas en
el terreno
Para lograrlo, manipularon al partido
kurdo sirio marxista-leninista YPG (ahora rebautizado como «Fuerzas
Democráticas de Siria») y lo aliaron con el clan Barzani
de Irak. Ambos grupos son kurdos, pero no hablan la misma
lengua, se mataron entre sí durante toda la guerra fría y
se identifican con ideologías diametralmente opuestas [8].
Hay que recordar de paso que, en este
momento, el gobierno regional kurdo de Irak es una dictadura.
Su presidente, Masud Barzani, agente del Mossad instalado en el
poder por el Reino Unido y Estados Unidos, se aferra a ese poder
a pesar de que su mandato terminó en junio de 2013 [9].
Los padrinos de esta nueva guerra han
empujado las «Fuerzas Democráticas» (sic) a iniciar un
proceso de “kurdización” forzosa de las poblaciones no kurdas
del norte de Siria (desde octubre de 2015), lo cual ha provocado
la sublevación de los árabes y los cristianos asirios, así como
la cólera de Damasco, pero sin que se haya visto ni las más
mínima reacción internacional [10],
como tampoco hubo reacción internacional cuando el gobierno
regional kurdo de Irak anexó –en el verano de 2014– los campos
petrolíferos de Kirkuk, anexión realizada mientras la atención
de la opinión pública internacional se desviaba hacia la
limpieza étnica perpetrada por el Emirato Islámico. En aquella
época, no sólo las grandes potencias no condenaron la guerra de
conquista del gobierno regional kurdo de Irak sino que incluso
propusieron entregar armas directamente a ese régimen, sin pasar
por el gobierno central de Bagdad, supuestamente para favorecer
la lucha contra el Emirato Islámico.
Por supuesto, los iniciadores de este
nuevo conflicto no dirán que están inventando una nueva guerra
para crear un Estado colonial israelí y apresar a los Estados
árabes en una tenaza, pero en cuanto sea necesario afirmarán que
están luchando por un Kurdistán independiente, posición absurda
ya que el territorio en cuestión nunca fue parte del Kurdistán
histórico y los kurdos son allí ampliamente minoritarios (menos
del 30% de la población).
El 5 de noviembre, Francia anunciaba
el envío del portaviones Charles-De-Gaulle a la región,
supuestamente para luchar contra el Emirato Islámico.
El verdadero objetivo es posicionarlo para el inicio de la
3ª guerra contra Siria. [11].
El portaaviones salió el 18 de noviembre del puerto francés de
Toulon.
Entre el 13 y el 15 de noviembre, el
gobierno regional del Kurdistán iraquí, con el apoyo de las
ahora llamadas «Fuerzas Democráticas de Siria», expulsó
al Emirato Islámico del monte Sinjar –en Irak. En realidad,
los yihadistas del Emirato Islámico se habían retirado, dejando
allí sólo 300 hombres frente a una coalición de varias decenas
de miles de soldados. La zona liberada no ha sido devuelta al
gobierno central iraquí sino anexada por el gobierno regional
kurdo.
Aunque hoy aparenta no respaldar esta
operación e incluso condenarla, Turquía la aprobó en 2011,
cuando se concluyó el Tratado secreto Juppé-Davutoglu. Si el
seudo Kurdistán llegase a crearse, Turquía se las arreglaría
para empujar hacia allí al PKK.
La resolución 2249 autoriza
de facto la nueva guerra
El 20 de noviembre, Rusia trataba
nuevamente de obtener la aprobación del proyecto de resolución
que había redactado para la reunión del 30 de septiembre, y que
había tenido que retirar [12].
Las únicas modificaciones del texto inicial eran la inclusión de
varias referencias a los atentados del Sinaí, de Beirut y
de París, así como la mención del artículo 51 de la Carta de
Naciones Unidas (sobre el derecho de legítima defensa). Y,
por segunda vez, Rusia tuvo que renunciar a ese texto y aceptar
la adopción de un proyecto de resolución francés que legaliza
toda intervención militar contra el Emirato Islámico en Siria y
en Irak, proyecto que el Consejo de Seguridad aprobó por
unanimidad (resolucion 2249) [13].
Aunque puede interpretarse de varias maneras, esa resolución
pisotea de facto la soberanía nacional de Irak y de Siria
ya que autoriza la injerencia de las grandes potencias,
a condición de que aparenten luchar contra el Emirato Islámico [14].
En realidad se trata, evidentemente, de liberar el norte
de Siria del Emirato Islámico, pero no para restituir
ese territorio a la República Árabe Siria, sino para proclamar
allí un Estado independiente bajo control kurdo.
Rusia no se opuso a esa resolución y
votó a favor. Al parecer, Moscú prefiere, por el momento,
aprovechar el plan franco-israelí para expulsar de Siria el
Emirato Islámico, sin aceptar por ello el principio de un
seudo Kurdistán. La creación de un Estado así no tendría ninguna
legitimidad a la luz del derecho internacional ya que los kurdos
de Siria no están oprimidos sino que gozan de los mismos
derechos que los demás sirios. La creación de ese Estado
reabriría además la cuestión de los derechos de las minorías, ya
planteada cuando la OTAN convirtió Kosovo en Estado.
Ello autoriza de facto a cualquier grupo étnico,
independientemente de su situación política, a reclamar
la creación de un Estado independiente, lo cual implica
–por consiguiente– la posible disolución de la mayoría de los
Estados del mundo –incluyendo Francia– y el triunfo de la «globalización».
Elementos fundamentales:
:
El
Kremlin y la Casa Blanca se han puesto de acuerdo para
cortar los medios de financiamiento del Emirato Islámico.
Para ello bombardearon los camiones-cisterna de la empresa
de Bilal Erdogan en Irak y en Siria y aislaron los bancos
utilizados por el Emirato Islámico.
Luego
de la anexión de los campos petrolíferos de Kirkuk, en junio
de 2014, Israel y Francia han logrado proseguir la expansión
del territorio del gobierno regional kurdo de Irak –mediante
la anexión de la región de Sinjar– y emprender la conquista
del territorio no kurdo del norte de Siria, utilizando
para ello el`YPG, ahora rebautizado como «Fuerzas
Democráticas de Siria». Lo que pretenden en definitiva
es fusionar el territorio sirio conquistado por esas fuerzas
kurdas con la entidad regional kurda de Irak y proclamar
la independencia de un Estado supuestamente kurdo.
A
la luz del derecho internacional, la creación de un
seudo Kurdistán en territorios no kurdos no tiene
ninguna legalidad. Su único objetivo, al igual que la
creación de Sudán del Sur, es atrapar a los principales
Estados árabes (Egipto, Siria e Irak) en una tenaza para
realizar el sueño israelí de expansión desde el Nilo hasta
el Éufrates.