Tassawwuf, la llave hacia el éxito

autor: Omar Hamzeh

Fuente: http://islamhoy.com

 

Dice Al-lah en el Corán: “El día en que ni la riqueza ni los hijos ayuden, sirvan de nada (a ningún hombre), excepto aquel que llegue a Al-lah con un corazón puro/limpio” (Sura de los Poetas, 88-89). Y también dice Al-lah: “Y habrá triunfado quien se purifique” (Sura del Altísimo, 14).

Bastan estos dos versículos para alcanzar la conclusión de que el éxito en las diferentes etapas existenciales será proporcional al nivel de pureza de nuestro corazón, entendiendo por corazón la dimensión espiritual, emocional y moral de la persona. Es el corazón del Profeta el recipiente donde dicha pureza alcanzó la perfección.

Por lo tanto, purificar el corazón es moldear nuestra dimensión espiritual acorde con la dimensión espiritual del Profeta. Esto es, obtener todo aquello que tanto en dichos o actos el Profeta ha descrito como una virtud (satisfacción, humildad, ascetismo, amor a la justicia, generosidad, dhikr, pudor…); eliminando simultáneamente del corazón todo aquello que el Corán o la Sunna han descrito como un vicio o una traza de perversidad (envidia, arrogancia, pereza, apego al dinero, impaciencia, mal carácter, orgullo, mentira, desagradecimiento…).

Confirmando esta premisa dice Al-lah: “Realmente en el Mensajero tenéis un hermoso ejemplo para quien tenga esperanza en Al-lah y en el Último Día y recuerde mucho a Allah” (Sura de los Coaligados, 21). Y también dijo el Profeta: “No hay nada más pesado en la balanza de un creyente en el día de la Resurrección que un buen carácter”; afirmando los Sabios que “buen carácter”, en este hadiz, se refiere al carácter del Profeta, al que Al-lah bendiga y le conceda paz.

La ciencia islámica que se encarga de esta purificación se conoció en tiempos de los Salaf como Tassawwuf, y aquellos que “eran conocidos por dar extrema prioridad al cometido de purificarse”, mutassawifún o ahlu sufiyyah. Los Salaf utilizaron esta palabra (tasawwuf-mutassawifun) porque describía tanto su dimensión externa, representada por la lana, suf, como su dimensión interna, representada por la pureza, saffa, la rectitud, saf  (primera línea de rezo) y el desapego a este mundo (ahlu suffa)”.

Sin embargo, también se le llamó `Ilm as-Suluk (ciencia del viaje espiritual hacia Al-lah), `Ilm at-Tarbiyah (ciencia de la cultivación), `Ilm at-Tazkiyah (ciencia de la purificación) y, por último, `Ilm al-Ihsân, ya que: “El último nivel de purificación es purificar el corazón de todo lo que no sea Al-lah”.

Según el famoso hadiz de Yibril (a. s.) donde el Profeta describe los tres niveles: Islam, Imán e Ihsán, Ihsán es adorar a Al-lah como si Lo vieras, ya que si no Lo ves, Él si te ve a ti. De entre las características de la visión (ru´ya) de Al-lah que los Sabios han citado podemos destacar: el no-abarcamiento (ihata), la no-delimitación (tahdid), la no-limitación (hadd), como direcciones, en frente, detrás, arriba, abajo, derecha o izquierda…, así como la repentina pérdida de conciencia tanto de uno mismo como del entorno durante la misma, es decir, en la Presencia (hadra) de Al-lah, el resto desaparece.

Por lo tanto, el último nivel del Tasawwuf es alcanzar el estado en el que en el corazón de la persona sólo existe la percepción de Al-lah, pasando a ver la creación como simples manifestaciones de Sus diferentes Atributos, ver al Creador en toda creación, acontecimiento o situación. ¿Y qué expresión de Tawhid es más verídica y real que ésta?

Es por ello que los grandes Sabios del Tassawwuf dicen: “Tassawwuf es Tawhid, y Tawhid es Tassawwuf”, ya que el objetivo final del Tassawwuf es presenciar en exclusiva a Al-lah (Tawhid); siendo necesario para ello purificar el corazón de todo lo que no sea Èl (Tassawwuf).

Dijo Imam Malik: “Aquel que aprende Ley Sagrada (Fiqh, Hadiz, Corán) sin practicar Tassawwuf se corrompe a sí mismo”. Muhaddiz al-`Ayluni narra en su libro Kashf al Yafa wa Muzil al Albas que dijo el Imam Shafi`i: “Varias cosas se me han hecho amadas en este mundo: tratar con suavidad a la gente y seguir el camino del Tassawwuf”.

Muhammad ibn Ahmad al-Saffarini al-Hanbali narra en su Ghidha’ al-albab li-sharh manzumat al-adab de Ibrahim ibn `Abd Allah al-Qalanasi que dijo el Imam Ahmad sobre los sufís: “No conozco gente mejor que ellos”. Dijo también a su hijo: “Oh hijo, tienes que sentarte con la gente de Tassawwuf, porque son ellos la fuente de Conocimiento y quienes mantienen el Recuerdo de Al-lah en sus corazones. Ellos son los ascetas y quienes tienen el poder espiritual más elevado” (Tanwir el Qulub).

Dice Al-lah: “Él es Quien ha hecho surgir un Mensajero que proviene de ellos; y que les recita Sus signos, los purifica y les enseña el Libro y la sabiduría, cuando antes estaban en un claro extravío” (Sura del Viernes, 2). Por lo tanto, el depositario de todos los océanos de las diferentes ciencias islámicas es el Profeta; sin embargo, a partir del año 632 el bendito Profeta partió de este mundo. ¿A quién acudir para tomar de estos océanos?

Dijo el Profeta: “Los ulemas son los herederos de los Profetas”. Pero, ¿qué es lo que caracteriza a un heredero respecto del causante? Una cadena de transmisión.

Por lo tanto, las puertas al Océano del Profeta son aquellos Sabios que aprendieron y fueron autorizados por otros Sabios, que a su vez aprendieron y fueron autorizados por otros Sabios, que a su vez aprendieron y fueron autorizados por otros Sabios. Y así sucesivamente en una “cadena ininterrumpida de transmisión” hasta el mismo Profeta, al que Al-lah bendiga y le conceda paz. Es a ellos a los que hay que acudir para aprender y es a sus pies a los que hay que sentarse para tomar de la herencia Profética.

Ahora bien, ¿si queremos aprender Hadiz, a quienes acudimos? A los muhaddizún. ¿Si queremos aprender Jurisprudencia (Fiqh), a quienes acudimos? A los fuqaha. ¿Si queremos estudiar el Tafsir del Corán? A los mufasirún o exégetas coránicos. ¿Qué decir entonces de “purificar nuestro corazón y alcanzar el estado de Ihsán”, siendo este cometido el más complejo y la razón existencial del resto de ciencias (Hadiz, Fiqh, Tafsir)?

Dijo el Imam de los Salaf, Abu Hanifa: “Si no hubiera sido por dos años, habría perecido”. Comenta Ibn Abdidin: “Fueron los dos años que pasó acompañando a Yafar as-Sadiq obteniendo el conocimiento espiritual que le convirtió en un gnóstico en el Camino (espiritual)” (Durr al Mujtar).

Dijo Ibn Taimiyyah: “He vestido las prendas sufíes (jirqata at-Tasawwuf) de un buen número de suyuj de varias tariqas (min turuqi yama’atin min ash-shuyukhi)”. Al-Mas’ala at-Tabriziyya (manuscrito Damasco, 1186 H).

Dijo el Imam de los Salaf, Sufian az-Zawri: “Si no hubiera sido por Abu Hashim as-Sufi jamás habría podido percibir las más sutiles manifestaciones de hipocresía en uno mismo” (Madarij as-Salikin).

Dice Al-lah en el Corán: “Y Al-lah no cambia la situación de un pueblo hasta que ellos no cambien lo que hay en sí mismos (sus corazones)”. Por lo tanto, es a los pies de los Sabios del Tassawwuf, los verdaderos herederos del Profeta, donde se encuentra la puerta al éxito de esta Ummah; ellos son los Sultanes, los Señores, los Príncipes.