“La
causa palestina no es la causa del pueblo palestino solamente, sino la
causa de cada revolucionario/a, dondequiera que esté, por ser la causa
de las masas explotadas y oprimidas de nuestro tiempo.”
Ghassan Kanafani.(Escritor y militante palestino del FPLP asesinado por
el Mossad en 1972).
Esta nueva ofensiva sobre Gaza no es más
que otro ensayo de prepotencia gratuito e impune de Israel sobre el pueblo
palestino. Gaza es, entre otros horrores, el campo de 'testeo' de la
industria militar y de seguridad israelí, esa que se promociona diciendo que
“los productos están probados en el terreno” (el terreno es la carne del
pueblo palestino). Esa industria que las empresas israelíes les venden a
todos nuestros países, la misma que entrena a nuestras policías, militares y
servicios de inteligencia; la que le compran hasta los gobiernos
‘izquierdistas’ de América Latina.
El secuestro y asesinato de tres jóvenes
colonos en junio (que ningún grupo palestino reivindicó, y que algunos
incluso sospechan que podría ser una operación encubierta) ha sido la excusa
que Israel aprovechó para lanzar durante tres semanas una operación de
castigo colectivo sobre el pueblo palestino, primero sobre Cisjordania con
la operación “Guardián de mi hermano” y ahora sobre Gaza con la operación
“Borde protector”.
Ya varias fuentes han probado que Israel
sabía que los colonos estaban muertos y dónde estaban sus cuerpos pocas
horas después del secuestro, pero lo ocultó (incluso a sus familias) para
desatar durante dos semanas una violenta ofensiva en Cisjordania, con el
único objetivo de destruir a Hamas (a dos semanas de haberse alcanzado un
acuerdo histórico de unidad entre este grupo y Fatah). El saldo fueron una
veintena de personas muertas, varias decenas heridas, centenares detenidas,
miles de hogares allanados y saqueados y algunas decenas directamente
destruidos. Académicos, legisladores, personalidades, ex presos y simples
militantes sociales fueron arrestados por ser miembros o simpatizantes de
Hamas.
Como eso no bastaba, Israel se lanzó el
domingo pasado sobre Gaza, con la excusa de ‘defenderse’ de los cohetes
lanzados por la resistencia palestina (no necesariamente o no únicamente por
Hamas), que son simplemente la reacción desesperada ante la barbarie que
está sufriendo su pueblo. Cohetes caseros inofensivos que nunca ocasionan
víctimas y casi ningún daño material significativo. Israel tiene un
eficiente escudo aéreo defensivo y refugios antimisiles en todas las
ciudades y pueblos cercanos a Gaza.
Gaza en cambio está totalmente bloqueada
por Israel desde hace casi 8 años por tierra, agua y aire. No tiene escudos
antimisiles ni refugios, ni una sola vía de salida, porque también Egipto ha
cerrado el paso de Rafah. 1.600.000 personas (una grandísima proporción,
menores de edad) están atrapadas sin escapatoria posible, a merced de los
bombardeos israelíes (solo ayer fueron más de 400) en una franja estrecha de
45 por 15 km (350 km2), sin agua potable, sin electricidad y casi sin
combustible ni materiales médicos para que los hospitales y las ambulancias
atiendan a las personas heridas. Al día de hoy 9 de julio, ya hay 53
víctimas mortales en Gaza, que se suman a las 11 del domingo (9 en Gaza y 2
en Cisjordania), y 460 personas heridas. Y la cifra sube cada hora.
Las víctimas en Israel son… cero. Y es la
mejor prueba de que esto no es una guerra ni un intercambio de fuego
cruzado, como nos quieren hacer creer la narrativa israelí y la prensa
occidental que le hace coro: es una masacre perpetuada por el cuarto
ejército más poderoso del mundo sobre la zona más densamente poblada del
mundo y sobre un pueblo que no tiene ni tuvo nunca ejército ni aviación ni
armada, y que desde hace casi 70 años resiste (mayoritariamente por medios
no violentos) al régimen de ocupación militar y colonización racista más
brutal y prolongado del siglo XX, y el único que perdura en el siglo XXI con
la impunidad y la legitimidad que le otorga el mundo ‘civilizado’.
Los poderes occidentales y los medios
masivos, en contra de todas las resoluciones del Derecho Internacional y de
la ONU(que Israel viola sistemáticamente y que esos medios ocultan), siguen
repitiendo la narrativa sionista de que “Israel tiene derecho a defenderse”.
El ladrón, usurpador y ocupante de la propiedad ajena se presenta como
víctima y afirma su derecho a defenderse de la natural y justificada
reacción de los robados, colonizados y oprimidos desde hace cuatro o cinco
generaciones, a los que convierte en victimarios. Y el mundo le da la razón
Esto sigue ocurriendo periódicamente porque
Israel no ha tenido que pagar, hasta ahora, ningún precio por sus reiteradas
y cotidianas violaciones del derecho internacional humanitario y de los
derechos humanos. Después de la operación “Plomo fundido”‘(2008-2009)que
dejó 1400 víctimas en Gaza en 20 días de bombardeos, el Informe Goldstone
(encargado por la ONU)halló a Israel culpable de crímenes de guerra. Pero la
comunidad internacional lo desconoció, el Consejo de DDHH de la ONU lo
archivó, y no tomó ninguna medida para sancionar a Israel.
Por eso hay que mirar esta crisis en
perspectiva y no caer en la trampa de discutir “quién disparó primero” (un
cohete casero o un misil), sino recordar que, en palabras de Frank Barat,
Coordinador del Tribunal Russell sobre Palestina: “Israel declaró la guerra
al pueblo palestino en 1947/1948, cuando limpió étnicamente la mayor parte
de su patria. Esto tiene que quedar claro y ser repetido constantemente en
estos momentos en que los analistas tratan de responder la pregunta: “¿Quién
empezó?”. Mientras Israel continúe con sus políticas de ocupación,
colonización, limpieza étnica y castigo colectivo, no tiene nada de lo que
quejarse. Las y los palestinos van a resistir por todos los medios posibles,
y tienen derecho a hacerlo.”
De hecho, vale la pena recordar que la
Resolución 3101 de la Asamblea General de la ONU (de diciembre de 1973)
afirma el derecho de los pueblos bajo dominación colonial y extranjera, y
bajo regímenes racistas, a luchar por su autodeterminación?. Palestina se
defiende como puede, y no solo tiene el derecho: también tiene el deber de
hacerlo
Y como dijo hoy Samah Sabawi, escritora y
activista gazatí exiliada en Australia: “Cuando hagan las cuentas, cuando
cuenten los cohetes palestinos cayendo en Israel, o las bombas israelíes
cayendo sobre Gaza, cuando cuenten las y los palestinos muertos a lo largo
de los años y los muertos israelíes, y las personas heridas, por favor no
olviden contar los minutos, las horas, los días y los años de ocupación.
Todos y cada uno de los días que los y las palestinas nacieron y murieron
sin ciudadanía, todos y cada uno de los días que vivieron sin derechos, sin
sueños, sin trabajo, sin agua, sin tierra, sin casa… No olviden contar el
tiempo… el tiempo que los palestinos perdieron a merced de la ocupación
militar más larga, más brutal y más opresiva del mundo” [que ya lleva casi
70 años].
http://mariaenpalestina.wordpress.com