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Moshe Feiglin, vicepresidente del parlamento israelí y
miembro del Likud.
A la sombra del secretario de Estado John Kerry, el secretario general
de la ONU Ban Ki-moon, altamente agradecido ante el «compromiso
dinámico» del jefe de la diplomacia estadounidense, está buscando en
Jerusalén la manera de «poner fin a la crisis de Gaza». Pero Ban
Ki-moon parece ignorar que existe alguien que ya encontró esa solución.
El vicepresidente del parlamento de Israel, Moshe Feiglin, ha
presentado, en efecto, un plan para «una solución en Gaza» [1].
Ese plan se compone de 7 fases:
1) El ultimátum,
impuesto a la «población enemiga» a la que se intima a abandonar
las áreas donde se encuentran los combatientes del Hamas «trasladándose
al Sinaí, no lejos de Gaza».
2) El ataque,
desencadenado por las fuerzas armadas de Israel «en toda Gaza con el
máximo de fuerza (y
no con una parte minúscula de esa fuerza)» contra todos los objetivos
militares y la infraestructura «sin consideración alguna por los
escudos humanos y daños al medio ambiente».
3) El asedio,
simultáneo con el ataque, para que «nada pueda entrar en Gaza ni
salir de Gaza».
4) La defensa,
para «golpear con plena fuerza y sin consideración por los escudos
humanos» cualquier lugar de donde haya partido un ataque contra
Israel o contra sus fuerzas armadas.
5) La conquista,
emprendida por las fuerzas armadas israelíes, que «acabarán con todos
los enemigos armados en Gaza» y «tratarán conforme al derecho
internacional a la población enemiga que no haya cometido fechorías y
que se haya separado de los terroristas armados, [población] que será
autorizada a abandonar Gaza».
7) La soberanía,
sobre Gaza, «que se convertirá para siempre en parte de Israel y será
poblada por judíos», contribuyendo así a «aliviar la crisis de
alojamiento en Israel». A los habitantes árabes, quienes «según
los sondeos en su mayoría quieren abandonar Gaza», se les ofrecerá «una
generosa ayuda para la emigración internacional», ayuda que
sin embargo se concederá solamente a «aquellos que no estén
implicados en actividades antiisraelíes». Los árabes que opten por
quedarse en Gaza recibirán un permiso de estancia en Israel y, después
de cierto número de años, «los que acepten la dominación, las reglas
y el modo de vida del Estado judío en su propia tierra» podrán
convertirse en ciudadanos israelíes.
Ese plan no sale de la mente de un simple fanático sino del cerebro de
un político que está obteniendo un creciente consenso en Israel. Moshe Feiglin
es el jefe de Manhigut
Yehudit (en español,
«Liderazgo judío»), la facción más grande en el seno del Comité Central
del Likud, o sea el partido en el poder. En 2012, durante la elección de
la dirección del Likud, Moshe Feiglin hizo campaña en contra de Benyamin
Netanyahu y obtuvo un 23% de los votos. Su ascenso ha sido continuo
desde aquel momento, tanto que en julio de 2014 agregó a su cargo de
vicepresidente del parlamento israelí el de miembro de la influyente
Comisión de Relaciones Exteriores y de Defensa.
Si se analiza el plan que Feiglin está promoviendo activamente, tanto en
Israel como en el extranjero (principalmente en Estados Unidos y
Canadá), puede comprobarse que la actual operación contra la franja de
Gaza incluye casi íntegramente las 4 primeras de las 7 fases previstas.
Visto desde esa perspectiva se percibe además que el verdadero objetivo
de la retirada de los colonos israelíes de la región de Gaza –en 2005–
no era otro que dejar el campo libre a las fuerzas armadas de Israel
para la posterior realización de la operación «Plomo fundido»
–en 2008/2009.
También se percibe que la actual operación «Margen protector»
no es una simple respuesta a una acción anterior sino que, al igual que
las operaciones anteriores, forma parte de un plan preciso, respaldado
al menos por una parte consistente del Likud y tendiente a ocupar de
manera permanente la franja de Gaza y a colonizarla expulsando de allí
la población palestina. Y Feiglin seguramente ya tiene listo también el
plan para «una solución en Cisjordania».