LA GRAN RESPUESTA

 

Después de un periodo profético viene un periodo chamánico. Es una especie de ley que actúa a modo de plantilla, y que podemos superponer sobre cualquier época o acontecimiento.

Durante el periodo profético –el tiempo en el que vivía un profeta y las generaciones posteriores a él- hay todo un trabajo de rectificación, corrección y transmisión. Se denuncian las falsificaciones, se confirman determinadas aseveraciones, se corrigen nombres, se trasvasa la cosmogonía funcional y los aspectos técnicos, científicos y legales que se han ido acumulando a lo largo de los periodos proféticos anteriores.

Esta puesta a punto irradia luz, clarificación y supone, al mismo tiempo, un gran impulso civilizador. Se restaura el comportamiento propio de la fitrah y se aplica la hikmah en todas las relaciones sociales.

Con el paso del tiempo, sin embargo, este sistema profético se irá deteriorando de la misma forma que se deterioran las cosas por la ley de entropía. El tawhid se transformará en algún tipo de idolatría; la ley divina se cambiará por la humana; la ciencia se convertirá en tecnología; las cuestiones internacionales se dirimirán en los campos de batalla; la moral cederá ante la corrupción desmontándose el entramado de la fitrah y erigiéndose el entramado cultural chamánico. No obstante, este desastre, este asalto contra natura será invalidado y sustituido por un nuevo periodo profético que volverá a instaurar el sistema divino, el conocimiento y el tawhid.

El problema al que nos enfrentamos hoy no es sólo el de vivir en pleno periodo chamánico, sino el de saber que ya no habrá otro periodo profético que lo enmiende y lo substituya. Sin embargo, esta aparente orfandad a la que hemos sido arrojados, contiene en sí misma todos los elementos necesarios para construir un nuevo periodo profético, ya que el Libro se mantiene inalterado, como si hubiese sido revelado hoy mismo, y el Profeta Muhammad (s.a.s) sigue vivo a través de sus ahadiz y de su vida –Allah el Altísimo ha “previsto” las cosas de tal manera, que hoy sabemos de Su Mensajero más que de nuestros propios padres o hermanos. Tenemos a nuestro favor una perspectiva histórica que ninguna otra comunidad ha tenido antes; un cuerpo legal que lleva funcionando más de 1000 años; una dilatada experiencia de gobierno y la guía constante de los creyentes sinceros.

Por lo tanto, el único posible trabajo a realizar es el de “volver” al último periodo profético, volver al iman de los sahaba, a su comportamiento, a su compromiso, a su lealtad al Todopoderoso y a Su Mensajero… y establecerlo en nuestro tiempo.

Si seguimos hacia delante no hallaremos otro horizonte que el abismo, la oscuridad, la confusión, pues el periodo chamánico continúa, se refuerza, se extiende como el aceite impregnándolo todo. Nuestra tarea es la de pavimentar una línea de fuga que se separe de la pista chamánica, que nos aleje de ella; una línea divergente y curva que nos lleve, una y otra vez, al periodo profético de Muhammad, al Libro y a la sunnah.

Así pues, la pregunta ¿qué se puede hacer? Tiene una respuesta clara que es a la vez un compromiso, un pacto.

También el joven rico se preguntaba ¿qué se puede hacer en este mundo de hoy lleno de hipocresía y corrupción en el que las castas sacerdotales mienten y encubren la verdad? Era un joven que desde niño había cumplido con la ley y con los actos de adoración, pero veía cómo la sociedad se derrumbaba carcomida por el vicio, la ignorancia y la falsedad.

En estos soliloquios debía andar este joven cuando Sayydina Isa pasó cerca de su casa acompañado de algunos de sus discípulos. El joven rico aprovechó esta oportunidad para hablar con el Maestro:

 

Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Lucas 18:18

 

Su pregunta no podía ser más ambiciosa, más absoluta. Quizás podía haberle preguntado: ¿puedo servirte en algo? Esta es mi casa, pasa tú y tus amigos y descansad y refrescaros y comed de esta fruta y de estos dátiles. O podía haberle pedido: “Maestro, bueno, dame un consejo fácil de entender y beneficioso.” Sin embargo, su pregunta es la pregunta total: ¿Qué se puede hacer? Sayydina Isa, sobre quien Allah el Altísimo había insuflado parte de Su ruh, conocía bien la naturaleza humana y su psicología, por ello le respondió como si no hubiera escuchado bien la pregunta:

 

Los mandamientos sabes: No adulterarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre. Lucas 18:20

 

El joven rico podía haber aceptado aquellas sugerentes palabras del Maestro, pero su ambición era tan desmesurada como su riqueza:

 

Todo eso lo he guardado desde mi juventud. Lucas 18:21  

 

¿Entonces qué es lo que quiere este joven? ¿Por qué ha hecho esa pregunta? ¿Por qué quiere saber qué hacer? Sayydina Isa comprende que lo que está buscando es la gran respuesta, la solución. Está buscando la pastilla, el toque de la barita mágica. De acuerdo, parece querer decir Isa, si es eso lo que quieres saber, te lo diré, te daré la gran respuesta:

 

Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, y sígueme. Lucas 18:22

 

Entonces el joven rico se entristeció; se trataba de una respuesta inesperada, de un tratamiento. Isa, como todos los profetas, es la consciencia, la objetividad; no se puede jugar con los profetas pues lo que tienen que decir es siempre terrible si al hacer la pregunta lo que buscamos no es la solución sino una cuartada.

Isa intentó zanjar el asunto con un conciliador consejo: “Se bueno y piadoso”. Pero el joven rico lo quería todo también en la Otra Vida: “Eso ya lo soy; ahora quiero la solución, ¿qué hacer?” Entonces, si lo que verdaderamente buscas es la solución, si estás dispuesto a hacer lo que se debe hacer, entonces sígueme, abandona todos tus bienes y sígueme. Parece un negocio nefasto, un mal trato. Pero ya hemos leído en Lucas 18:22 que a cambio de seguirle tendrá un tesoro en el cielo. Es decir, lo que Isa le propone es una ganga, un negocio muy ventajoso; y sin embargo, rechaza la transacción:

 

Entonces él, al oír esto se puso muy triste porque era muy rico. Lucas 18:23

 

¿No se deberá su pesar a que no tiene certeza en la Otra Vida? ¿Quién dejaría de comprar un boleto de lotería teniendo la absoluta certeza de que va a tocar su número? ¿Acaso no vendería todo lo que tiene para comprarlo?

 

Pero no, preferís la vida de este mundo cuando la Última es mejor y permanece.

Qur’an 87:16-17

 

La gran respuesta, la gran solución es que al preferir la vida de este mundo a la Otra, se ha desequilibrado la ecuación. Ha dejado de haber contrapeso, tensión, dialéctica. La gran respuesta está en nuestra fitrah si dejamos que se exprese, que nos inspire y nos oriente. Pero la respuesta que deseamos, la única que podemos admitir es la retórica: Por supuesto que no hay solución; por supuesto que no hay nada que se pueda hacer, excepto organizar actividades culturales; demostrar al mundo que también el Islam se interesa por la cultura, por los pingüinos, por los indígenas del Orinoco, por la reproducción de los rinocerontes, por la poesía de los homosexuales. Pero si la fitrah nos aleja de toda esa puesta en escena es porque la fitrah es iytihad, investigación, examen y cuidadosa observación. La fitrah es estudio y no diversión, entretenimiento.

Preguntar es ya aceptar un compromiso. Preguntamos para saber y para actuar, después, en consecuencia.

 

Y cuando dijeron los hawariyun: ¡Isa, hijo de Maryam!

¿Puede tu Señor bajar del cielo una mesa servida para nosotros?

Dijo: Temed a Allah si sois creyentes.

Dijeron: Queremos comer de ella, tranquilizar nuestros corazones,

saber que nos has dicho la verdad

y ser de los que dan testimonio de ello.

Dijo Isa, hijo de Maryam: ¡Allah! ¡Señor nuestro!

Haz que descienda una mesa servida procedente del cielo

que sea una festividad para nosotros del primero al último, y un signo procedente de Ti;

y provéenos, pues Tu eres el mejor de los que proveen.

Dijo Allah: Haré que descienda para vosotros,

pero al que, después de esto, encubra la verdad,

lo castigaré con un castigo con el que ninguna otra criatura ha sido castigada.

Qur’an 5:112-115

 

Por lo tanto, el mayor castigo de Allah es para quienes piden y luego se desentienden. Allah el Altísimo acepta proveer a los discípulos de Isa con una mesa servida, pero les advierte que quien después de ver este signo claro e indiscutible del poder de Allah encubra la verdad será castigado como ninguna otra criatura lo ha sido nunca. Y ello porque pedir, querer saber, esperar una respuesta es ya un compromiso.

Allah Todopoderoso nos da la respuesta para equilibrar la balanza. En uno de los platillos debe haber hombres que luchen con sus bienes y sus personas, que emigren, que mueran y maten en el camino de Allah; debe haber hombres que prefieran a sus hermanos antes que a ellos mismos.

Si quitamos este peso de uno de los platillos

 

…habrá conflicto en la tierra y una gran corrupción.

Qur’an 8:73

 

 

Abu Bakr Gallego,

Damasco, 2013