ES TIEMPO DE RECOGER LA COSECHA

Abu Bakr gallego

 

Dicen los que han puesto sus esperanzas en la falsedad de los taghut: "Es tiempo de sembrar". Y van a sus campos para ararlos y esparcir las semillas. Se dirigen a sus sembrados cantando y recordando las alentadoras palabras de los taghut: “Pronto darán frutos los árboles que plantéis hoy, y grano en abundancia vuestros campos cuando surjan y florezcan las doradas espigas de trigo de las semillas que hoy depositaréis en la generosa tierra”. Pero los que han puesto sus esperanzas en Allah dicen: "Es tiempo de recolectar". El tiempo de sembrar terminó hace mucho tiempo; terminó antes de que llegasen las tormentas, las lluvias, las pedriscas. Hoy no habrá más cosecha que la de aquellos que hora tras hora, día tras día, primavera tras primavera han ido preparando los campos para recibir las semillas; han arado una y otra vez las tierras de labor hasta que todas las piedras han salido a la superficie y han sido arrojadas fuera del sembrado. No habrá más cosecha que la de aquellos que han surcado la tierra bajo el sol implacable del mediodía mientras los demás dormían la siesta y decían al levantarse: "Mañana iré a mis sembrados". No habrá más cosecha que la de aquellos que después de acabar la dura jornada de trabajo han suplicado a su Señor: "No soy más que una de Tus criaturas. No tengo poder alguno, por ello te pido que no dejes que se malogre esta cosecha; protégela de los vientos impetuosos y de las plagas; pues si se pierde, no quedará en la tierra sino paja carcomida que la lluvia convertirá en fango."

Los que han puesto sus esperanzas en la falsedad de los taghut caminan alegres y se cuentan graciosas historias para hacer más corto el camino, pero cuando han llegado a sus tierras no han visto sino pedregales que se extienden más allá del horizonte. Los pozos se han secado y nadie a tomado la precaución de llenar las albercas de agua. Sus zurrones están llenos de grano, pero ¿dónde echarlo? ¿Podrán las piedras y la tierra reseca albergarlo y hacerlo germinar? Se miran angustiados unos a otros y miran a su alrededor. Están solos, los taghut están ocupados hablando con otros campesinos.

Pero los campos de los que habían puesto sus esperanzas en Allah están rebosantes de espigas doradas repletas de trigo, de cebada y de avena. La dulce brisa del verano las mueve como si fueran un mar de vida, un mar fecundado.

Cuando Nuh construía la nave que el Altísimo le había ordenado construir sus conciudadanos se mofaban de él y le decían con la sorna de los ignorantes: "¡Eh Nuh! ¿Pero qué haces? ¿Construyes un barco donde no hay mar?” Y reían y se burlaban de él y del puñado de creyentes que trabajaban con Nuh con la esperanza puesta en Allah. Y llegaron las lluvias, y reboso el horno y la tierra quedo anegada como si fuera un océano. Nuh miraba ahora a sus conciudadanos y mientras movía la cabeza de arriba a bajo les decía: "Para esto construía la nave. El tiempo de arrimar el hombro, el tiempo de la fe ha terminado. Nosotros estamos a salvo dentro de esta embarcación, y vosotros estáis ahí fuera ahogándoos".

Los judíos, a través de sus jumentos occidentales, les han dicho a los ‘ulamah y a los shuyuj: “Es tiempo de sembrar. Id a Siria y sembrad la discordia para que luego podáis recoger una abundante cosecha con la que llenar vuestras barrigas y las de vuestros hijos. Id alegres, cantando viejas canciones, silbando por los caminos de gloria. Allah está con vosotros, os ama, sabemos que os ama y si dudáis de nuestras palabras fijaos en todo ese mundo civilizado; tiene grandes arsenales preparados para vosotros.” Y esos ‘ulamah y esos shuyuj han transmitido esa eufórica arenga a su audiencia, a sus seguidores. Y han venido a Sham con las armas de los taghut, con los slogans de los taghut que los lingüistas judíos les han preparado. Tenían la intención de sembrar, pero se han encontrado con campos de cuya tierra han surgido espadas, y han tenido que retroceder. No es tiempo de sembrar sino de recoger, de cosechar, de recolectar.

Durante decenios, el gobierno de Siria ha estado trabajando, construyendo una complicada embarcación. Todos se reían de él y le amenazaban: “Sois el eje del mal y no tenemos otro remedio que destruiros.” Pero él seguía trabajando, en silencio, pacientemente, tenazmente. Como si se tratase de una pertinaz mosca, el gobierno sirio le dio un manotazo a los judíos y a occidente en el 2006. Todos pretendieron que había sido una caricia amistosa, que no había pasado nada, pero el miedo entró en sus corazones, el terror, la confusión. Hoy Siria le ha dicho a Israel y a sus jumentos occidentales: “El tiempo de sembrar terminó hace mucho tiempo. Ya hemos recogido la cosecha. Para vosotros no ha quedado sino pedregales y tierra estéril que nunca dará fruto.”

El coraje y la lealtad del ejército sirio unido a la sabia estrategia de las fuerzas de seguridad han cortado en seco las risas de los taghut. El Presidente Bashar al-Asad les ha dicho desde la proa de la embarcación siria: “Para esto construía la nave. El tiempo de arrimar el hombro, el tiempo de la fe ha terminado. Nosotros estamos a salvo dentro de esta embarcación, y vosotros estáis ahí fuera ahogándoos en vuestra propia destrucción".

Quien no sembró cuando los campos estaban arados, que no espere poder hacerlo ahora. La cosecha ya se ha recogido y no queda sobre los sembrados sino piedras y tierra reseca.