La Noche de la Iguana o el dilema sirio


El dilema sirio está servido sobre una mesa que los judíos –con sus tentáculos occidentales- se han encargo de ensangrentar. No obstante, lo más desesperante del caso es que se trata de un dilema ficticio; unos y otros, amos y vasallos, saben que el resultado final está escrito, sellado, y nada lo podrá cambiar.


Nadie logra explicarse cómo un país como Siria, un insignificante país, ha logrado mantenerse en pie y resistir los embates de medio mundo, del medio mundo civilizado, del medio primer mundo, el mejor armado.


Europa, Estados Unidos, Japón, los Países Árabes, Canadá, Australia y todas las organizaciones internacionales –eufemismo de jumentos de los judíos- han puesto toda la carne en el asador para hacer caer el régimen del presidente Bashar.


Las armas estaban preparadas; los asesores militares judíos con pasaportes israelitas, franceses y norteamericanos habían llegado a Turquía y entrenaban a los comandos rebeldes; las cadenas de televisión con más audiencia del mundo tenían preparados sus programas informativos con un impresionante lay-out; prestigiosos ‘ulama y shuyuj alentaban a los esforzados manifestantes a mantenerse unidos bajo las balas en el nombre de Allah; desde Indonesia hasta Mauritania pasando por Afganistán, cada día, cada hora, cada segundo, se escuchaban las súplicas de millones de musulmanes pidiendo al Altísimo la inmediata caída del gobierno al-Asad; bajo la estrella de David, se había decretado un boicot económico y financiero al último reducto del eje del mal. La gran máquina de guerra judeo-cristiana se había vuelto a poner en marcha y avanzaba –aparentemente, al menos- sin que nada ni nadie pudiera detenerla.


Se diría que la suerte estaba echada. No cabía esperar sino los lamentos y gemidos del presidente pidiendo piedad a sus verdugos. Decenas de ‘ulamas, shuyuj y ricos comerciantes esperaban, en el exilio cinco estrellas pagado por los jumentos árabes, la caída del ídolo, el desmoronamiento del poder alawita. Pronto todos esos exiliados, esos héroes volverían a su país para ocuparse del nuevo gobierno, para ocupar los escaños del parlamento –ahora democrático, judío, occidental, suyo- para recibir los dólares del segundo plan Marshall de la historia.


“¡Ah! -Pensaban los héroes con sus barrigas cada vez más infladas- Qué hermoso será ver rodar todas esas cabezas, ver a la dinastía sunni recuperar el poder y hacer entrar a nuestro amado país en el circuito internacional, en el circuito bancario, en el circuito de la macroeconomía, de las libertades civiles, de los derechos humanos, del ateísmo de estado… Todo ello para gloria de Allah.”


“Ya falta poco”, se animaban unos a otros. “Es cuestión de semanas si no de días.” Había unanimidad en cuanto a la fecha marcada en el Lauha Mahfudh: “Este Ramadhan, seremos libres. Ramadhan 2011. Grabaremos esta fecha en los corazones de las nuevas generaciones.” Pero alguien debió de leer mal, quizás alguien que no era de los purificados, de los mutaharin. Pasó Ramadhan y con él el sofocante calor del verano, las ilusiones, las esperanzas. Llegaban más armas, más asesores militares, más programas televisivos, más consignas Facebook, más ‘ulamas y más shuyuj arengando al sacrificado pueblo sirio: “Allah está con vosotros, con los judíos, con los americanos, con la libertad. Allah está con todos contra este gobierno asesino, déspota, incivilizado que no respeta el sano humanismo occidental, padre de la ciencia y del progreso. Seguid luchando, seguid muriendo, seguid entrando en el paraíso prometido a los shuhadah, a los mártires en el camino de Allah. ¡Ah! Qué glorioso destino el vuestro. ¡Ojala pudiéramos unirnos a vosotros! Pero como sabéis, nuestro trabajo es guiar la revolución para que no se salga de los límites marcados por Allah.” Esta vez enviaron a otro para que leyera en el Libro: “Será antes del hayy.” Las perspectivas no podían ser más halagüeñas. Dos meses más y el Sol volvería a brillar sobre el cielo sirio secando la sangre derramada, alumbrando las casas destruidas, los miembros amputados, los talleres vacíos, las empresas arruinadas. Dos meses era todo lo que les separaba de la felicidad eterna. Y pasaron los dos meses, e incluso cuatro; explotaron bombas de desesperación, de impaciencia, de impotencia; miembros del gobierno y del ejército fueron asesinados a distancia; el mundo civilizado, ese trapo que los judíos ponen bajos sus pies para no ensuciar el suelo, daba ultimátums, amenazaba, negociaba en secreto, se secaba el sudor con el pañuelo turco. Advertía ese mundo civilizado, derrotado, al presidente que su paciencia se estaba acabando. Pero ese presidente que se suponía tenía que gemir e implorar piedad a sus verdugos, se levantó y le dijo al mundo civilizado: “No os queremos y no os necesitamos, porque tomáis a manos llenas y no dais nada.” Y fue entonces cuando un grupo, un pequeñísimo grupo de musulmanes, nos levantamos con él, porque recordamos el hadiz del Mensajero de Allah que nos advertía que la falsedad dominaría el mundo, la mentira, la hipocresía, y los taghut controlarían el planeta entero; nos dijo palabras terribles, nos dijo que los musulmanes, la gran mayoría de ellos, prohibirían el bien y ordenarían el mal; y nos aconsejó que cuando eso ocurriera, nos refugiáramos en Sham porque allí estaría protegida la luz del Islam. Nos levantamos con él para proteger las puertas del iman, para impedir que los jumentos de los judíos, los ejércitos de los taghut entrasen al palacio de la luz y lo saqueasen.


No importa, ahora había una nueva lectura, esta vez por los expertos del F.B.I: la caída quedaba aplazada hasta Ramadhan 2012. Todos el mundo debía estar preparado; los héroes del exilio hacía las maletas para venir y otros hacían las maletas para salir y volver a entrar de nuevo también como héroes. Los jumentos de los judíos les aseguraban que habría pastel para todos.


Ramadhan se aproximaba como un huracán silencioso. El mundo entero esperaba que “los chicos” harían su trabajo. Llegaban más bombas, más armas, más expertos y más rebeldes. Ramadhan es la fecha. Había miradas de complicidad en las mezquitas, sonrisas disimuladas, odio velado, anhelo, ansias de extender Paris hasta Damasco.


Con una mano, occidente seguía pasando armas a los rebeldes, y con la otra trataba de forzar a Rusia y a China a que depusieran su postura “irracional”. “Vamos chicos, qué os pasa; ¿os habéis vuelto locos? Dejad de apoyar a este atajo de perdedores. La suerte está echada. Tenemos encima de la mesa un nuevo orden mundial, un macro proyecto, y os podemos asegurar que no hemos hecho otra cosa que pensar en vosotros.” Pero el representante chino bosteza mientras levanta la mano para confirmar su veto.


Ramadhan 2012 también ha pasado. Occidente ha dejado de comprender. Esta frente al “caso sirio” como un niño ante un rompecabezas demasiado complicado para él; demasiados cubos; no logra vislumbrar el dibujo, no logra armarlo.


El Presidente Bashar se levantó y les dijo a los judíos y a sus jumentos: “Habéis dejado de existir.” Y tras él se levanto el otro medio mundo, el medio tercer mundo, harto de toda esa barbarie con la que han escrito la historia.


¿Qué hizo que ese medio mundo se levantase y plantase cara al chulo del barrio? ¿Por qué no se levanto cuando el caso libio estaba sobre la mesa de las naciones unidas, o el caso egipcio, o el caso yemení? Porque proteger a esos gobiernos o a los rebeldes que luchaban para derrocarlos hubiese sido defender a ese nuevo orden mundial judío, a ese macro proyecto americano, occidental. Pero hay otra razón de más peso; todo ese medio mundo, China y Rusia incluidos, no tienen luz, no tienen guía; detestan a occidente, detestan su prepotencia, su destructora infidelidad a los pactos que ellos mismos han propuesto y jurado; pero no tienen un verdadero recambio. Cuando el sistema comunista se derrumbó, se quedaron flotando en el vacío, sin tierra firme que pisar. Pero cuando Siria se levantó y plantó cara a los judíos y a sus jumentos, Rusia y China se levantaron con ella. El Ministro de Asuntos Exteriores ruso dijo a los distinguidos miembros de las Naciones Unidas: “Nosotros tenemos cien mil ciudadanos viviendo en Siria, y todos ellos nos dicen que ocurre lo contrario de lo que ustedes afirman que está ocurriendo en Siria.”


Hay un nuevo sistema que se está gestando y occidente lo sabe, los judíos lo saben, y ven que no pueden hacer nada para evitarlo. Es el DECRETO de Allah, el factor que las decenas de institutos de análisis político americanos no han tenido en cuenta y, por ello, la formula da una y otra vez resultado erróneo.


Pero antes de construir hay que alisar el terreno y desescombrarlo, y eso es lo que está haciendo Allah, esta es la fase en la que se encuentra Su Proyecto.


Todos esos ‘ulamas y todos esos shuyuj ya pueden ir deshaciendo las maletas porque la estratagema del Shaytan es débil, y la de Allah es irresistible, poderosa.


Allah ha prometido a los creyentes –a través de Su Profeta- que la hipocresía y la falsedad no podrán dominar sobre Sham, pues la luz del Islam estará protegida en este bendito territorio hasta el final de los días.


Ahora occidente se enfrenta a un desolador dilema: morir a manos de la iguana, o ser aplastado por el nuevo sistema cuya gestación ha comenzado.


También los musulmanes están enfrentados a un dilema no menos preocupante: Luchar junto a los taghut, junto a la tranquilizadora mayoría; o luchar junto a los creyentes, junto a la escuálida minoría. Pero la mayoría –según nos alerta el Altísimo- es la que no cree, la que no reflexiona, la que es negligente. En cambio, la minoría es la que cree, la que reflexiona, la que lucha en el camino de Allah.

En verdad que Allah otorga Su Favor a los hombres; sin embargo, la mayoría de ellos no agradecen.
Qur’an 2:243

Y a la Gente del Libro más les valdría creer. Entre ellos los hay creyentes,
pero la mayoría son de los extraviados.
Qur’an 3:11

La mayoría de vosotros estáis fuera del Camino.
Qur’an 5:59

pero eran sólo unos pocos los que con él creían.
Qur’an 11:40

¿Por qué no hubo entre las generaciones que os precedieron gente de arrestos y discernimiento que hubieran impedido la corrupción en la tierra, exceptuando unos pocos de los que de ellos
salvamos, mientras que los injustos siguieron la vida fácil en la que se habían
corrompido siendo de los que hacen el mal?
Qur’an 11:116

Dijo: Mira a ése que has honrado por encima de mí. Si me das plazo hasta el Día del Levantamiento pondré bajo mi dominio a toda su descendencia, a excepción de unos pocos.
Qur’an 17:62

Occidente ha dejado de comprender. Matemáticamente hablando, militarmente hablando, económicamente hablando, psicológicamente hablando, el gobierno sirio debería haber caído hace mucho tiempo; sin embargo, cada vez es más fuerte, más sabio; y cada día, el “ejército libre” es más odiado por la gente. A donde llega, llega la destrucción con él, y cuando todo ha quedado anegado en el humo de los combates, se retiran y se instalan en otro barrio o en otra ciudad, a los que les espera la misma suerte.


El soberano de Qatar anunció unas semanas antes del Ramadhan 2011 que festejaría el ‘id al-Fitr en Damasco con el nuevo gobierno. ¿Qué dice ahora el soberano de Qatar? ¿Qué dice ahora cuando tampoco ha podido celebrar el ‘id al Fitr con el nuevo gobierno en el Ramadhan 2012? Es fácil hacer previsiones políticas cuando el rigor no juega ningún papel en ellas. Es fácil jugar el papel de profeta cuando la profecía se pospone a otra fecha si la profetizada falla. Pero toda esa palabrería no hace sino reforzar el iman del creyente, pues Allah el Altísimo nos muestra a través de ella a Sus enemigos, a Sus oponentes. Nos muestra lo débil que en realidad es la estratagema del Shaytan.

Cada día, millones de musulmanes suplican a Allah para que caiga el gobierno sirio. Y cada día, un puñado de creyentes suplica a Allah para que defienda a Sham, para que impida que los judíos y sus jumentos se apoderen de la fortaleza de la luz, para que este gobierno no ceda y se mantenga firme en su oposición a occidente, para que la hipocresía y la falsedad desaparezcan de esta bendita tierra. Cabría ahora preguntarse cuál de los dos du’a está siendo aceptado por Allah.


Occidente no sólo ha dejado de comprender, sino que cada día se encuentra más confuso, más delirante. Por una parte, considera a Irán como un país del tercer mundo con pretensiones armamentísticas; pero por otra, explica la inexplicable resistencia del gobierno sirio al apoyo de Irán. Según se desprende de tales análisis, la alianza europeo-americana-canadiense-australiana-japonesa-países árabes, no sería capaz de neutralizar la ayuda de un retrasado país tercermundista. Resulta ahora que Irán tiene en jaque a todo el “primer mundo” junto. Otros afirman que la dificultad para hacer caer este régimen se encuentra en los tanques rusos, a pesar de que no hace mucho, los analistas militares americanos se reían de sus obsoletos carros de combate, muy por debajo de la tecnología occidental. Lo mismo decían de los tanques israelitas: los mejores del mundo, técnicamente indestructibles; hasta que llegó la guerra de 2006 y Hisbullah destruyó más de cien de esos carros titánicos.


Algo no funciona en todo este escenario. Allah está poniendo al desnudo la falsedad de occidente y de sus amos judíos, su debilidad, su mezquindad, su vacío.


El edificio de la embajada francesa en Damasco iba tomando la apariencia de un bunker nazi. La calle que la circundaba se había llenado de pilones de hierro que sostenían unas barras horizontales a lo largo de todos ellos. Sus muros albergaban alambradas espirales, y el acceso a la puerta principal estaba cortado por bloques de acero. Aquella pueril puesta en escena resultaba una ofensa a la generosidad del civilizado pueblo sirio. Pero Francia ha abandonado Siria, como el resto de los jumentos de los judíos, y hoy la calle de la embajada francesa ha vuelto a recuperar su primaveral lustre. Los pilones de hierro han dejado su lugar a jóvenes árboles que pronto darán sombra a los transeúntes. Las alambradas han caído y el bunker de la entrada ha desaparecido. Agentes de la seguridad del estado han colocado enredaderas en una de las esquinas que repiten con su elocuente silencio: “Habéis dejado de existir.”


Saudia Arabia ha prohibido el hayy a los ciudadanos sirios, pero el hayy es de Allah y Su Mensajero nos advirtió que del Nayd saldrán los dos cuernos del Shaytan. También el hayy se ha convertido en un teatro, en un fraude. Todo este sistema se derrumba porque está carcomido y no hay un solo milímetro cuadrado que se pueda recuperar.


El vaso de la ira de Allah se ha colmado y Su plan es irrevocable. Una nueva elite está naciendo, un iman limpio, robusto y generoso, el iman de los sahaba, el iman que Allah grabó en sus corazones antes de que les llegara el Libro.


Estamos en la noche de la iguana, en el ficticio dilema sirio, pues la luz de la aurora está anunciada y nada ni nadie podrá evitar que ilumine la nueva vida que ya despunta por el horizonte.



Abu Bakr Gallego