EL HAYY DE LOS TAGHUT

 

Abu Bakr Gallego

 

 

يَا أَيُّهَا الَّذِينَ آمَنُواْ لاَ تُحِلُّواْ شَعَائِرَ اللَّهِ وَلاَ الشَّهْرَ الْحَرَامَ وَلاَ الْهَدْيَ وَلاَ الْقَلائِدَ

 وَلا آمِّينَ الْبَيْتَ الْحَرَامَ يَبْتَغُونَ فَضْلاً مِّن رَّبِّهِمْ وَرِضْوَانًا

 

¡Oh vosotros que creéis! No profanéis los ritos de Allah ni los meses inviolables, ni la ofrenda,

ni las guirnaldas (con las que se marca a los animales),

ni a quienes se dirigen a la Casa Inviolable

buscando el Favor de su Señor y la complacencia.

Qur’an 5:2

 

               

                El conflicto que tiene lugar en Siria no es un conflicto militar o político, sino de ‘aqidah; es la creencia lo que está en juego; y esta creencia se manifiesta, necesariamente, en una posición militar y política.

 

            Pero a nosotros nos interesa, sobretodo, la relación del creyente con la ‘aqidah y con el conflicto “sirio”.

 

            Allah ha hecho descender la espada del discernimiento para separar el trigo de la paja, la hipocresía del compromiso, la falsedad de la verdad, y ello a pesar del mundo entero, pues es Su Voluntad y Su decreto, y ambos son irrevocables, irresistibles.

            Allah está sacando a Siria de todos los lugares contaminados de hipocresía y falsedad. Primero fue la Liga Árabe, una organización controlada por occidente para dirigir la política de los países árabes y obtener su beneplácito y su complicidad cuando los intereses de los lobbies judíos exijan masacrar a sus hermanos.

 

            ¿Cómo puede un país árabe y musulmán sentarse a esa mesa, pertenecer a esa banda? Pero el plan de Allah se mueve con paso contundente. Por ello, Siria salió de la Liga Árabe; sus hermanos le dijeron que se fuera, que no la querían, que ellos no eran árabes, y de esta forma, Allah sacudió una gran parte de la basura que recubría el honor del pueblo sirio y de los creyentes.

 

            Después fue la Organización de Países Islámicos. También de ella fue expulsada Siria. No sólo había dejado de ser un país árabe, ahora los judíos, montados en sus jumentos occidentales, se apresuraban a emitir un fatwa, con la autoridad de los ‘ulamah, que afirmaba que Siria tampoco era un país musulmán. De nuevo, Allah el Altísimo, retiraba más basura del corazón sirio y del honor de los creyentes.

 

            Parecía imposible, hace simplemente dos años, que Siria pudiera librarse de tan ignominiosa compañía y, sin embargo, el poder de Allah ha hecho que sean sus propios enemigos los que le hayan dicho que se vaya de sus preciadas organizaciones; y al irse, se ha elevado por encima de ellos, y se ha convertido en la referencia a la que musulmanes y no musulmanes tendrán que enfrentarse un día u otro, y elegir en qué lado de la balanza ponen su apuesta de eternidad.

 

            Pero no basta; el lugar que Allah ha elegido para preservar la luz del Islam, debe estar libre de toda hipocresía, de toda complicidad con los taghut y sus fieles soldados. El hayy se había convertido en otra farsa más, en una grotesca puesta en escena del nuevo Islam, del Islam sacerdotal, y también de él ha sido apartada Siria. Cada vez más limpia, más pura.

 

            Los quraish prohibieron a los musulmanes realizar el hayy durante muchos años, pero al final tuvieron que abrir las puertas de Mekkah a la Verdad, y tuvieron que humillarse ante el poder de Allah. De la misma forma, los señores de Mekkah, verán pronto cómo caen los bastiones de sus amos judíos, los Hilton y los Sheraton, las soberbias construcciones cuya única finalidad ha sido destruir la Mekkah y la Medina de Muhammad, de su familia y de sus Compañeros; destruir las habitaciones de sus esposas, la casa de Arkam, la casa de Abu Bakr, Beit al-Mal, las calles, los mercados, su mezquita… Todo ha quedado anegado en el asfalto Bil-Laden, en los mármoles italianos, en los trenes teledirigidos, en el entramado de los taghut.

 

            Los quraish permitieron a ‘Uzman hacer el hayy cuando fue a negociar con ellos por mandato del Profeta, pero ‘Uzman rechazó la oferta si a Muhammad y a sus Compañeros se les negaba tal derecho. Hoy, los musulmanes tendrán que elegir entre la posición que tomó ‘Uzman de mantenerse unido al Mensajero de Allah y al grupo de creyentes que permanecían a su lado, y la posición que tomará la mayoría de seguir las consignas de los quraish fabricadas por los ‘ulamah y los shuyuj que ya ven cercano el momento de inaugurar el vaticano islámico. Pero que sepan los musulmanes que opten por seguir a la mayoría, que este hayy, es el hayy de los taghut, el hayy de los judíos y americanos.

 

            Y que sepan judíos y americanos, occidente, que entraremos en Mekkah, con el permiso de Allah, y todos ellos, junto con sus jumentos árabes, quedarán humillados viendo como un hombre da el adhan desde el techo de la ka’bah sin cables ni micrófonos, y rostros luminosos circundados por espesas barbas se inclinan ante Allah y ante nadie más; será entonces cuando se escuche desde lo más profundo de sus corazones: “Labeika Allahhumma labeika… En ese momento se habrá establecido el verdadero hayy, la bendita millah de Ibrahim, el Din del Islam.