Y otra nueva matanza en Afganistán
Francotiradores de los EE.UU. en Afganistán
 
Hoy todos los medios de difusión se han levantado alarmados por la matanza cometida por “un” sargento americano en Afganistán, no porque sus 16 víctimas fuesen civiles desarmados ni porque entre ellos se encontraran 9 niños además de mujeres y ancianos, sino que su preocupación se centra únicamente en la repercusión que esto que califican como “incidente” pueda tener para las fuerzas extranjeras despegadas en el país asiático.
 
Los testigos afirman que este militar no actuó sólo sino en compañía de otros y que asaltaron las casas aparentemente borrachos y riendo mientras disparaban a sus víctimas, a las cuales posteriormente rociaron de combustible y prendieron fuego.
 
Sin embargo la versión oficial rápidamente ha responsabilizado a un único militar del que se dice “actuó sólo, presa de una crisis nerviosa y sin autorización del mando”, no obstante el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, asegura que llevarán al responsable ante la justicia.
 
¿A la justicia?, ¿a qué justicia?. Los asesinatos se han perpetrado en Afganistán, las víctimas son afganas, ¿serán entregados los responsables a la justicia afgana para que sean juzgados y condenados en ese país?. Tengan por seguro que no.
 
A eso que el Sr. Panetta llama justicia, en realidad no pasará de un tribunal militar americano en los EE.UU., donde será tratado con la misma dureza que recientemente se aplicó contra otro grupo de militares estadounidenses autores de otra masacre, aún mayor, perpetrada en Iraq en 2005. En este caso, el asesinato de 24 iraquíes la mayoría también mujeres y niños se saldó con una acusación de “negligencia en el cumplimiento de su deber”, y la condena fue la absolución de todo el pelotón ejecutor menos el sargento a su mando, Frank Wuterich, quien fue condenado a la terrible pena de tres meses de prisión, la pérdida de dos tercios de su sueldo durante esos tres meses y la degradación de su rango. Esa es la “justicia” con la que el Sr. Panetta quiere calmar los ánimos de los afganos.
 
El Premio Nobel de la Paz y Presidente de los EE.UU. Barak Obama, ha calificado los asesinatos como un “incidente trágico y chocante" que le han causado gran tristeza y que no representa el “carácter excepcional” del ejército estadounidense.
 
No se si el Sr. Obama está de broma o simplemente padece de amnesia posiblemente selectiva. Sería interminable la lista de crímenes cometidos por su excepcional ejército tan sólo en los últimos años de ocupación de Afganistán e Iraq, tanto en acto de servicio como “sin autorización del mando”, interminable sin tener que recurrir a los crímenes cometidos a lo largo de su historia en todos los rincones del mundo. Pero dada la amnesia de este señor habría que recordarle que sólo en las últimas semanas su ejército en Afganistán ha mostrado su excepcionalidad orinando sobre cadáveres afganos, quemando coranes en una de sus bases, o fotografiándose como se muestra en la imagen que ilustra este escrito.
 
Por su parte el Presidente afgano, Hamid Karzai, calificó lo ocurrido como “acto de asesinato, terrorista e imperdonable" (aunque curiosamente en la prensa española el calificativo de terrorista ha desaparecido en la trascripción). Sin embargo Hamid Karzai no hará nada a parte de lamentarse, como no ha hecho nada más que lamentarse en infinidad de acontecimientos criminales anteriores protagonizados por el excepcional ejército norteamericano. Hamid Karzai, también conocido como el alcalde de Kabul porque su “autoridad” no llega más allá de los límites de la capital afgana, no hará nada porque no es más que un títere colocado en ahí por los EE.UU., sin ninguna capacidad de acción y sin la dignidad necesaria para renunciar a su cargo y sus prebendas.
 
A parte de un número incontable de mercenarios, a los que ahora algunos gusta en llamar “contratistas”, al servicio de los EE.UU., en Afganistán actualmente hay 130.000 soldados extranjeros dedicados a un extraordinario trabajo; ayudar humanitariamente y reconstruir el país, eso sí, a base de bombardeos un día sí y otro también.
 
Es cierto que siempre nos han vendido la fantasía de que estos militares extranjeros, de los que más de 2.000 según el Ministerio de Defensa son españoles (para esto no hay crisis), son una especie de ONG uniformada, unos héroes que ha acudido a ese terrible país ayudar al pueblo y al gobierno afgano, aunque nadie los llamara.
 
Pero en las fantasías sólo pueden creer los niños. La realidad es que esas son tropas de combate, son un verdadero ejército de ocupación, lisa y llanamente. Un ejército de ocupación que hace y se comporta como lo hacen y como se comportan todos los ejércitos de ocupación, y pese a quien pese, la resistencia contra la ocupación es un derecho legítimo de los pueblos ocupados.
 
Es muy fácil acusar de terroristas a los demás aunque sólo sea por sonarse los mocos demasiado fuerte, pero tal vez los pueblos de los países amigos de ocupar a otros (curiosamente, siempre los mismos), debieran plantearse su responsabilidad al respecto. Tal vez debieran preguntarse también, cuando uno de los suyos regresa lleno de vendajes o en una bolsa de plástico, ¿qué hacía éste en un país a miles de kilómetros dónde no se le había perdido nada, ni a él ni a él ni a su pueblo?. ¿Realmente es heroica su acción?.
 
El pueblo afgano es un pueblo indómito, siempre lo ha sido. Desgraciadamente esta característica también les ha llevado a continuas peleas internas, de las que ahora se han valido los EE.UU. para facilitar su ocupación. Pero el pueblo afgano no tiene que tener tan lejos en su memoria como unidos en un mismo objetivo puede vencerse a un enemigo militarmente superior. El pueblo afgano no hace tanto que consiguió vencer ni más ni menos que a la Unión Soviética, y si el pueblo afgano es capaz de unirse para expulsar al nuevo ocupante lo vencerá igualmente.
 
Esperemos que este sacrificado pueblo, si Dios quiere y este día llega, sea capaz de conservar esa unidad también tras la victoria.
Mikail Alvarez Ruiz