CAPÍTULO 83:  LOS  DEFRAUDADORES

SÛRAT AL-MUTAFFIFÎN

revelada en Meca, 36 versículos

 

índice

 

7. kallâ: ínna kitâba l-fuÿÿâri la-fî siÿÿîn*

¡Pero no! Ciertamente, el Libro de los perversos está en Siÿÿîn.

8. wa mâ: adrâka mâ siÿÿînun

¿Qué te hará saber lo que es Siÿÿîn?

9. kitâbun marqûm*

Es un libro grabado...

10. wáilun yaumáidzin lil-mukadzdzibîna

¡Ay ese Día de los desmentidores,

11. al-ladzîna yukadzdzibûna bi-yáumi d-dîn*

los que dicen que es mentira el Día de la Justicia!

12. wa mâ yukádzdzibu bihî: illâ kúllu mú‘tadin azîmin

Sólo dice que es mentira todo trasgresor criminal.

13. idzâ tutlà ‘aláihi â:yâtunâ qâla asâtîru l-awwalîn*

Cuando se le leen Nuestros Signos dice: “¡Mitos de los antiguos!”...

14. kallâ bal râna ‘alà qulûbihim mâ kânû yaksibûn*

¡Pero no! Ha oxidado sus corazones lo que han adquirido...

15. kallâ: ínnahum ‘an rábbihim yaumáidzin la-mahÿûbûn*

¡Pero no! Ellos, ante su Señor, ese Día serán ciegos,

16. zúmma ínnahum la-sâlû l-ÿahîm*

y luego serán quemados en el Yahîm,

17. zúmma yuqâlu hâdzâ l-ladzî kúntum bihî tukadzdzibûn*

y luego se les dirá: “¡Esto es lo que decíais que era mentira!”.

 

             A los kuffâr, los negadores de Allah y de la Resurrección, se les ha llamado mutaffifîn, estafadores, y ahora fuÿÿâr, perversos, y mukadzdzibîn, desmentidores, palabras que el Corán considera sinónimos, y que aplica en primer lugar a los poderosos, a los déspotas, a los grandes comerciantes que dominaban Meca, en definitiva, aquellos en los que impera el nafs, el ego, y sólo piensan en sí y no dudan en arruinar y destruir a los demás. Todo esto forma un conjunto en el que cada parte explica la otra, y son reflexiones que tenemos que tener muy en cuenta para entender el Corán y a qué se refiere.

            Este pasaje comienza con la partícula kallâ, ¡pero no!, característica de los textos revelados en Meca. Es una exclamación que atrae la atención del lector, a semejanza de los juramentos, tan frecuentes también en los capítulos de ese periodo: kallâ: ínna kitâba l-fuÿÿâri la-fî siÿÿîn, ¡Pero no! Ciertamente, el Libro de los perversos está en Siÿÿîn... Ahora a los estafadores se les llama fuÿÿâr, perversos, plural de fâÿir. Un fâÿir es el que no respeta nada y va más allá de todo límite cometiendo toda suerte de injusticias y desoyendo por completo a los profetas y a la sensatez. El hombre es capaz de cometer esas iniquidades sólo cuando se presiente ajeno a todo, sin responsabilidades, porque nadie lo vigila y no debe a responder a nada, como si su existencia fuese un hecho fortuito y aislado en medio de realidades desconectadas donde cada cual debe ir en exclusiva a lo suyo y en pos de su interés personal. Ése es el que se permite ser fâÿir. Sólo el kâfir -el negador de Allah-,  sólo él puede ser fâÿir. Por eso, el Corán ataca en la raíz y le asegura que sus acciones son registradas en un Libro (Kitâb), que está en Siÿÿîn. Es decir, que hay muchas más cosas de las que supone, que está siendo vigilado en todo momento, y que sus acciones son grabadas (o ya han sido grabadas, y él responde a una Voluntad Trascendente a la que está sujeto) en un Registro misterioso depositado en un lugar recóndito...

No sabemos qué es ese Libro ni cómo es, y eso es lo sugerente: la existencia es mucho más grande de lo que puede procesar la mente humana. Esta es la intuición del mûmin, y por eso se abre a espacios eternos y a posibilidades infinitas confiando en la sinceridad de los profetas y en su propia sensibilidad en la que adivina una lógica basada en la estrecha unidad que gobierna a la existencia entera: wa mâ: adrâka mâ siÿÿîn, ¿qué te hará saber lo que es Siÿÿîn?... nada puede hacerte saber (adrà-yúdrî, hacer saber, dar a conocer, derivado de darà-yadrî, saber, conocer) los que es Siÿÿîn, porque pertenece al Gáib, al Mundo de lo Ausente a nuestros sentidos, lo invisible, lo que está más allá de lo que podemos percibir, lo que lo envuelve todo, en definitiva lo que no controlamos, lo que se nos escapa. Tan así es  que no sabemos si Siÿÿîn es un lugar (derivado de siÿn, cárcel), una sima abismal en el ser, o bien si es un nombre más del Libro (derivado entonces de siÿill, registro). Por un lado, el Corán nos deja pensar que se trata de un lugar, pero después se inclina hacia la segunda idea, y respondiendo a su propia pregunta dice: kitâbun marqûm, es un libro grabado... es decir, el Siÿÿîn es un Libro en el que hay trazos grabados (marqûm, esculpido con signos). El Siÿÿîn sería, pues, desde este segundo punto de vista, el Registro en el que son grabadas las acciones de cada ser humano. La palabra marqûm también puede significar sellado, es decir, se trata del Libro del Destino, o bien es un libro cerrado que sólo se abrirá el Día de la Resurrección.

            Siendo así que todo está recogido en un Libro fabuloso, wáilun yaumáidzin lil-mukadzdzibîn, ¡ay ese Día de los desmentidores,... Será terrible ese Día (yaumáidzin) para los desmentidores (mukadzdzibîn, plural de mukádzdzib, desmentidor). ¿Quiénes son los desmentidores?: al-ladzîna yukadzdzibûna bi-yáumi d-dîn, los que dicen que es mentira el Día de la Justicia!... Ese Día se lamentarán quienes han declarado que es mentira (kádzdzaba-yukádzdzib, desmentir) el Día de la Justicia (Yáum ad-Dîn), el Día de la Resurrección... Y lo lamentarán porque su takdzîb, su declaración de la falsedad de las enseñanzas de los profetas no es una simple postura intelectual o una falta de fe sino que consuena y deriva de su maldad interior y acompaña a sus bajezas, no siendo sino una más de sus miserias. Es el conjunto de todo ello lo que ha labrado para ellos un Destino infernal en el seno de la Verdad Absoluta.

El Corán identifica plenamente como sinónimos a los desmentidores, los desfraudadores, los perversos, los tiranos, los que no respetan nada ni a nadie -y así ocurría en Meca-, y nos dice: wa mâ yukádzdzibu bihî: illâ kúllu mú‘tadin azîm, sólo dice que es mentira todo trasgresor criminal... El mu‘tad, el trasgresor, el violador de derechos, el azîm, el criminal, el que vive de la iniquidad, ése es el que realmente cree que no tendrá lugar la Resurrección: idzâ tutlà ‘aláihi â:yâtunâ qâla asâtîru l-awwalîn, cuando se le leen Nuestros Signos dice: “¡Mitos de los antiguos!”... cuando le son recitados (tulia-yutlà, ser leído o recitado, voz pasiva de talâ-yatlû, leer) los versículos del Corán (los Âyât o Signos de Allah) en los que se habla de la Resurrección, dice (qâla-yaqûl) que se trata de mitos, leyendas, supersticiones y patrañas (asâtîr, plural de ustûra) de los antiguos (awwalîn). Es así como se escuda detrás de su supuesta superioridad intelectual para mantenerse en la vileza, reduciendo a una cuestión religiosa lo que tiene que ver con la forma de sentir y de situarse en la realidad. El kâfir se considera más listo, por encima de los awwalîn, los antiguos, que eran crédulos y supersticiosos, y lo único cierto es que el kâfir simplemente ha dejado de sentir sobre sí la autoridad del Uno-Único, y la ha dejado de sentir porque se atiende exclusivamente a sí mismo: eso es lo que lo ha desconectado de su Señor y ya no sabe nada de Él. Ya no siente a Allah, y lo niega. Pero Allah es Absoluto, y ésta es la Verdad.

¿Por qué los kuffâr desvían así la cuestión?: kallâ bal râna ‘alà qulûbihim mâ kânû yaksibûn, ¡pero no! ha oxidado sus corazones lo que han adquirido... En cada una de sus acciones malvadas han adquirido algo (kásaba-yáksib, ganar, adquirir) que ha ido oxidando (râna-yarîn, acumularse herrumbre) sus corazones (qulûb, plural de qalb, corazón) hasta enfermarlos y hacerlos opacos e insensibles, porque estos temas no han sido ofrecidos a la credulidad sino a la sabiduría y a la perspicacia interior que es capaz de trasformar al ser humano. Ellos se han  hecho duros y por ello han desviado la cuestión, y al hacerlo han perdido la posibilidad de comprender y estar a la altura de un fenómeno extraordinario como la Revelación.

Ante Allah están ciegos: kallâ: ínnahum ‘an rábbihim yaumáidzin la-mahÿûbûn, ¡pero no! ellos, ante su Señor, ese Día serán ciegos,... Peor será ese Día (yaumáidzin), cuando sean reunidos tras la muerte ante Allah, y no vean nada. Ante su Señor (Rabb) estarán envueltos en un velo (mahÿûbûn, plural de mahÿûb, velado), sinónimo de tener los ojos tapados o ciegos, y también significa que estarán apartados de Allah, y esto es lo grave pues Allah es el Bien, y lejos de Él está la destrucción, el dolor, el Fuego: zúmma ínnahum la-sâlû l-ÿahîm, y luego serán quemados en el Yahîm,... el Yahîm, es el Infierno, el sufrimiento lejos de Allah, lejos de la Rahma, la Misericordia. Ahí estarán sumidos en su ceguera por siempre, ardiendo (sâla-yasûl) en las profundidades de su desesperación. Y el Corán apostilla con ironía: zúmma yuqâlu hâdzâ l-ladzî kúntum bihî tukadzdzibûn, y luego se les dirá: “¡Esto es lo que decíais que era mentira!”...

 

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